¿Cómo terminará el covid-19?: Análisis del profesor Carlos Rivera en su informe semanal del covid en el país

¿Cómo terminará el covid-19?: Análisis del profesor Carlos Rivera en su informe semanal del covid en el país

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¿Cómo terminará el covid-19?: Análisis del profesor Carlos Rivera en su informe semanal del covid en el país
Viernes, Septiembre 10, 2021
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En su reporte semanal sobre el avance de la pandemia en Colombia, el profesor de la Especialización en Gerencia Financiera de Utadeo, resalta la obligación y responsabilidad de cada persona con el uso del tapabocas como un bien general, esto teniendo en cuenta la indisciplina y los movimientos contra el uso de los tapabocas, que no contribuyen a dar fin de manera médica y social a este virus.

Seguramente nos hemos hecho varias preguntas: ¿Cuándo se acabará esto? ¿Cuándo el coronavirus dejará de ser llamado pandemia? ¿Pero para quién termina y quién lo decide? las respuestas nos las damos desde nuestro corazón con las ansias de retornar al pasado que vivíamos y que hoy hemos llamado “normalidad”; el problema es que no tendremos una respuesta única y global a cada pregunta, la pandemia no se comporta de la misma forma y al mismo instante de tiempo en los diversos puntos del planeta. Jeremy Greene, historiador de medicina, en Johns Hopkins, da luces a las preguntas que nos hacemos: El final puede ocurrir no porque la enfermedad ha sido vencida sino porque las personas se cansan de estar en modo pánico y aprenden a vivir con ella; Allan Brandt, historiador de Harvard, también colabora con dar respuesta al manifestar que en medio de una ola de reapertura económica mundial el final está determinado no por las cifras de control de salud pública, sino por procesos sociopolíticos, situación que conlleva a finales desordenados debido a la incertidumbre sobre qué ente puede decidir el fin de la pandemia. 

Las tres preguntas con las que inicio el artículo, las podemos resumir en una, ¿Cómo terminará el covid-19?, una posibilidad de respuesta se basa en lo ocurrido en el pasado con otras olas de emergencia sanitaria, y que como se expresó unas líneas atrás, la pandemia del coronavirus pueda terminar medicamente después de terminar socialmente. La población inmersa en un problema psicológico-social de agotamiento y frustración se cansa ante las restricciones y declara que la pandemia terminó, aunque el virus continúe circulando entre la población y no se haya encontrado un tratamiento plenamente eficaz (Llámese vacuna, medicamento, procedimiento, etc.) y esta población actúa bajo el pensamiento: “Suficiente, merecemos poder volver a una vida normal”, y lo estamos viviendo en diversos lugares donde sus gobernantes han levantado las restricciones desafiando incluso las advertencias de los funcionarios de salud pública sobre que tales pasos son prematuros; en la medida que crece la catástrofe económica que dejaron los confinamientos, más y más personas pueden estar listas para decir “basta”, pero mientras termina el Covid-19 , volvamos al inicio, cuando secuencialmente los países tuvieron presencia del virus, se implementaron las medidas de bioseguridad y diversas restricciones, y algo más: Indiscutiblemente hemos sido actuantes y testigos de una pelea constante contra un elemento incómodo, ¡el tapabocas!, nos ahogamos, sentimos mal olor, sentimos calor, se nos empañan los anteojos de indicación médica y de uso estético, no nos entienden lo que decimos, no entendemos lo que nos dicen, nos talla en cabeza, cuello, orejas, etc. ¡Nos estorba!.

La realidad no es un elemento nuevo ni exclusivo del campo médico o de algunas actividades laborales, el tapabocas lleva siglos de evolución, y ha sido utilizado por muchos, hasta por ladrones de bancos, excéntricas estrellas musicales y turistas japoneses conscientes de la salud; actualmente el uso del tapabocas en público se volvió común y se le conoce como “la nueva normalidad” y que no es una novedad, la novedad está en que, aunque de sobra nos han indicado que su uso es un deber, detectamos cantidad de personas solas y grupos que no lo usan y no aplican el distanciamiento responsable, el uso de este elemento se ha intensificado en diversos momentos y situaciones de la humanidad: Se tiene evidencias desde el siglo VI a.c donde se usó como disfraz, se han encontrado tumbas persas con imágenes de personas usando telas sobre la boca, en los relatos de Marco Polo se encuentra que los sirvientes de la China del siglo XIII se cubrían la cara con bufandas tejidas para que su aliento no afectara la comida servida al emperador, la Peste Negra que azotó a Europa en el siglo XIV dejó entre 80 y 200 millones de personas muertas con lo que presagió el uso de la mascarilla médica, la Revolución Industrial del siglo XVIII ayudó a crear el famoso esmog de Londres dejando miles de muertos y obligando al uso de las mascarillas anti-smog, el brote de influenza al final de la Primera Guerra Mundial se convirtió en una pandemia mundial devastadora conocida como la Gripa Española y se instó a la gente a “usar una máscara y salvar su vida” y muchos se hicieron la suya con gasa o añadían gotas de desinfectante que se ponían debajo de la nariz, y con la amenaza de la Segunda Guerra Mundial se elaboraron máscaras de gas tanto para la gente común como para los militares. 

La incomodidad que genera el uso del tapabocas nos lleva a la indisciplina, lo vemos puesto sobre la cabeza, debajo del cuello, en un brazo, o simplemente no lo usamos; seguramente en los espacios de tiempo de la humanidad narrados anteriormente, se ha estado en constante pelea por la incomodidad que genera el uso de un elemento que evita una infección respiratoria, abuelos, padres, nietos, hijos, hermanos, amigos, conocidos, desconocidos y nosotros mismos lo detestamos, acostumbrase a su uso es difícil y mientras no surja un tratamiento plenamente eficaz contra el covid-19 que lleve a la indicación del fin de la pandemia, tenemos una obligación desde nosotros y una responsabilidad hacia los demás de usar el tapabocas, ya lo ha hecho la humanidad y ha salido adelante, no hay disculpa alguna para obrar en otro sentido.

Entremos en las cifras de un mal que continua en descenso, a corte del 9 de Septiembre el país llegó  a 4’925.000 casos, de los cuales 1.803 corresponden al día, continúan como activos 23.062 casos, se han recuperado 4’761.373 personas y con un reporte diario de 53 muertes se llegó a 125.480 fallecimientos, en lo que corresponde a la vacunación con reporte del 8 de septiembre, se han recibido 38’614.784 unidades, se han aplicado 35’924.414 dosis (83.83% de la población desde 12 años proyectada por Dane) de las cuales 15’066.025 personas ya cuentan con el esquema completo de vacunación, es decir el 36.23% de la población apta proyectada por Dane para 2021 (41’586.587 personas).

Se ha estabilizado la tasa de recuperación y de letalidad en el 96% y 2.5% respectivamente, la ocupación de las Unidades de Cuidado Intensivo en constante mejora (a 9 de septiembre 54%, 5.240 camas libres), desde hace 14 días los casos positivos diarios se encuentran por debajo de los 2.000 eventos y así como menos de 100 muertes diarias (cifras que no se veían hace más de un año), esto no es para que consideremos que la pandemia ha terminado!, y es que las pandemias tienen dos tipos de final: el médico, que ocurre cuando las tasas de incidencia y muerte caen en picada, y el social, cuando disminuye la epidemia de miedo a la enfermedad, pero las bajas cifras han presentado en los últimos 14 días de alzas y bajas que coinciden con la Tasa de incidencia es decir los casos positivos por cada 100.000 habitantes que ha venido en alza en la ventana epidemiológica de 21/14/7 días y Actual (9.560 vs. 9.647)  esto es un mal síntoma que correlaciona con la Velocidad promedio de infección Rt de 21 y 14 días que también viene en alza (0.78 y 0.81 respectivamente); quizás estas son razones por las que Min. Salud el pasado 8 de septiembre anunció un cuarto pico para finales de octubre, sin  estimación de impactó en duración ni mortalidad debido a que estos indicadores dependen del efecto protector de la vacunación y de la incursión de las variantes altamente contagiosas que circulan en el territorio nacional, como Mu, descubierta en nuestro país desde el mes de Enero, la cual, para la Agencia Europea de Medicamentos calificó este jueves 9 de septiembre como “potencialmente preocupante”, y en días pasados la OMS advirtió que dicha variante era de interés mundial (Junto con Eta, Lota, Kappa y Lambda, todas con alta transmisibilidad), y se estaba volviendo cada vez más prevalente en Colombia y Ecuador, mostrando signos de posible riesgo de inmunoevasión o resistencia a las vacunas, lo anterior unido la intención de MinSalud de ampliar el umbral de inmunidad de rebaño al 90% o más.

Por su lado Bogotá, con 396 casos positivos para el 9 de Septiembre, llegó a un acumulado de 1’444.775 personas positivas, con 5 fallecimientos para el mismo día tiene un agregado de 27.513 muertes, se han recuperado 1’409.579 personas, en lo que respecta a la vacunación a corte del 8 de septiembre el Observatorio de Salud reporta una aplicación de 6’928.079 dosis, de las cuales 2’768.952 personas ya cuenta con el esquema total  de vacunación.

Con un comportamiento similar al del país en los indicadores epidemiológicos, se ha estabilizado la tasa de recuperación y de letalidad en el 97% y 1.9% respectivamente, la ocupación de las Unidades de Cuidado Intensivo tiene un leve alza en 21 días 53.06% vs. 53.43%, a 9 de septiembre se cuenta con 421 camas libres, desde hace 14 días los casos positivos diarios se encuentran por debajo de los 1.000 eventos y menos de 20 muertes diarias, pero se tienen alzas y bajas que corresponden con el comportamiento al alza de la velocidad promedio de infección en las ventanas de 14 (0.69 vs. 0.78) y 21 días (0.57 vs. 0.71),  y esto soporta las recientes declaraciones de alcaldesa Claudia López, que entre octubre y noviembre, Bogotá se enfrentaría a un nuevo pico de la pandemia, dijo además, que a diferencia del primer pico la ciudad no se vería ante la amenaza del colapso de las UCIS.

En conclusión, ¿Cómo terminará el covid-19?, ni idea, la realidad es que nos tocó vivir una situación de emergencia sanitaria ocurrida en forma repetitiva en otras instancias de la historia humana, a lo largo de la cual se han tenido aciertos, se han cometido errores muchos de ellos con solución, todo esto implantado en nuestra memoria genética que hoy nos facilita vivir.  ¿Qué hemos aprendido con la pandemia del Covid-19?, seguramente aprendimos a valorar la cercanía con los nuestros, evitar el vicio del consumismo, el valorar las cosas sencillas, y si esto es así, que maravilla que en la misma memoria genética se implante esto para la humanidad del futuro. A esta realidad, se une otra, el tapabocas,  es una prenda indispensable, no tiene sentido emprender una pelea contra el uso de un elemento que por siglos acompaña a la humanidad, no ganaremos la pelea del no uso, es una pelea perdida; una invitación a quienes no lo usan es que lean la primera parte de La Divina Comedia de Dante, o busquen las imágenes que diversos artistas han plasmado del “Infierno de Dante” lleno de seres condenados a existir sin esperanza en el deseo, seres que no conocen del pecado ni su noción

En cambio, para aquellos “vacunados o no” que no pelean contra el tapabocas, el usarlo nos protege y protegemos a los demás, y aquellos que no se han vacunado, aunque se han tenido problemas de abastecimiento en nuestro país, aprovechen la primera oportunidad para acudir a una cita con la vida.

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