"Debemos ver a los animales como nuestro prójimo"
Los animales son, ante todo, titulares de derechos. Sin embargo, es necesario cambiar el paradigma según el cual se ha dado culto desmesurado a la razón para darle lugar a la compasión, entendiendo que la base del derecho ya no es “pienso, luego existo”, sino más bien “sufro, luego importo”. Con esta reflexión, el ministro de Justicia y del Derecho, Enrique Gil Botero, abrió el tercer día del Primer Congreso Internacional Colombia Libre de Maltrato Animal, que se celebró en el Aula Máxima de Utadeo, con la organización del Comité Académico y Social por la convivencia Armónica entre Humanos y Animales.
Según el ministro, quien también escribió el manifiesto por los derechos de los animales en el marco del Congreso, es necesario poner límites a la supuesta supremacía del hombre sobre la naturaleza, donde se ha inferiorizado a los animales no humanos: “Históricamente se ha justificado que algunos seres tengan menos o no tengan derechos”, sugirió el ministro, quien recordó que a todos los seres vivos nos une la capacidad de sentir dolor y placer, así como sufrir: “El debate no debería ser por las diferencias que nos separan sino por las semejanzas que nos unen”, enfatizó.
Este es el manifiesto por los derechos de los animales, escrito por el ministro del Interior para el Congreso.
Sin embargo, subraya, es necesario que, en primera instancia, se dé un cambio en el paradigma de la ética y la moral humana, donde se considere a los animales no humanos como moralmente valiosos: “Los animales, lejos de ser cosas, son seres sintientes. Es necesario crear un modelo filosófico incluyente que supere el humanismo y que incorpore a los animales no humanos como titulares de derechos”, advirtió Gil, al argumentar que es la capacidad de sufrir la base que constituye el reconocimiento de derechos.
Y es que, como indica, aunque la mayoría de colombianos lo desconoce, la jurisprudencia colombiana ya ha reconocido los derechos autónomos y directos a las especies animales y vegetales. Sin embargo, admite, muchos de estos marcos legales han quedado en el papel, en medio de decisiones legislativas y de la Corte Constitucional que han sido laxas frente al tema.
“Con cada animal que se extingue, también se extingue una parte de nosotros”
En entrevista con Utadeo, el ministro Enrique Gil habló acerca de los avances en materia legislativa y de jurisprudencia que ha tenido Colombia en los últimos años, frente a la consolidación de los derechos de los animales. Amplió, además, su postura sobre el cambio de paradigma filosófico y moral que debe surtir en la humanidad, así como de los tópicos abordados en el manifiesto que escribió para este Congreso.
¿Cuál es la importancia de congregar al Estado, la academia y los representantes de la sociedad civil en torno a la reivindicación de los derechos de los animales, tal como lo estamos viendo en este Congreso Internacional?
Es una oportunidad de trascendencia mayúscula, pues a través de la interacción entre la academia y la sociedad se va tomando conciencia de la necesidad de cambiar de paradigma con respecto a los animales. Venimos de una postura fincada en el racionalismo y un humanismo que desconoce la posición que tiene el hombre en el universo, olvidando aspectos tan importantes como el nuevo orden ecológico.
Hoy se está haciendo una reflexión muy importante acerca de la importancia que cumplen no solo los animales sino toda la naturaleza misma, y en ello, el hombre debe aprender a compartir.
Estamos en un momento donde se requiere pasar de esa ética tradicional a una ética de sensibilidad y comprensión. Si antes los criterios eran utilitaristas y los animales se veían como instrumentos, hoy vemos que realmente el postulado ético está fundamentado en el entendimiento de los seres sufrientes y de la compasión.
Como parte del Congreso, el Área de Protección Ambiental Ecológica de la Policía Nacional ubicó un stand sobre conservación de animales silvestres.
Precisamente sobre ese cambio de paradigma, ¿Cómo va Colombia en materia de defensa de los derechos de los animales, tanto domésticos como silvestres?
Hay una normatividad, pero aún es un poco tímida. Existen decisiones jurisprudenciales, pero no tienen un matiz vinculante en la sociedad. Es el derecho en el papel, pero no en la vida. Vemos, por ejemplo, que la posición de la Corte Constitucional es tibia y ambivalente. De un lado dice proteger, pero de otro lado, lo hace de manera muy blanda, sin tomar posiciones fuertes. Es necesario vincular a partir de la sensibilidad, y así construir una ética basada en la compasión y la empatía para poder convivir con la naturaleza y los animales.
Desde su cartera, ¿cuáles han sido las acciones que se han tomado para convertir a los animales en sujetos de derecho?
Los jueces y la jurisprudencia, basados en la doctrina, han llevado a que se generen propuestas legislativas. Los jueces, aún sin leyes o con leyes inermes, han venido creando jurisprudencia para la protección de los derechos de los animales y de los ecosistemas, lo cual ha llevado que poco a poco existan unas leyes en la materia, como por ejemplo, de protección de fauna silvestre, la prohibición de animales en circos o de peleas de perros.
Se ha ido avanzando pero es importante seguir, de la mano de la conciencia de la sociedad, para que este tema de la defensa de los animales y de la naturaleza no sea solo discusión en las redes sociales, sino que sea algo que nos compete como ciudadanos, pues está en juego la vida. En la medida que vemos que desaparece cada especie, también nosotros estamos desapareciendo como especie dentro de la naturaleza.
Para este Congreso, usted formuló un manifiesto a favor de los derechos de los animales. ¿Cuéntenos de qué trata?
Es realmente una proclama por los derechos de los animales y los ecosistemas. Estamos destruyendo nuestra casa, y no solo destruyéndola, sino que nos hemos vuelto tiranos de nuestros congéneres, pues debemos ver a los animales como nuestro prójimo. El manifiesto hace una reflexión para llegar a lo que Luc Ferry llama como el tercer estado ecológico, donde nos compenetramos con la naturaleza, al tiempo que se redimensiona el humanismo y el racionalismo.
