El tesoro cultural del sur de Colombia se apropió del Auditorio Fabio Lozano

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El tesoro cultural del sur de Colombia se apropió del Auditorio Fabio Lozano
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Jueves, Mayo 25, 2023
El II Festival El Sur Nos Canta trajo a nuestra comunidad grupos musicales de Nariño, Putumayo y Cauca que se apoderaron de este escenario con ritmos tradicionales de estas regiones. Productos naturales, artesanías y bebidas autóctonas también hicieron parte del evento con una feria artesanal.

Del 20 al 23 de mayo tuvo lugar en el centro de Bogotá la segunda versión de este festival. El Sur Nos Canta llegó al Auditorio Fabio Lozano de Utadeo cargado de la cultura del sur de nuestro país. Se realizaron varios talleres relacionados con saberes ancestrales, en el hall principal hubo una feria artesanal y en la sala de conciertos se presentaron varios grupos musicales que transportaron a los asistentes a esta zona del país.

Alimentos 100% veganos hechos para alimentar el cuerpo y el espíritu; figuras de animales talladas en chocolate que representan la biodiversidad del sur del país y productos naturales a base de plantas para el cuidado personal. Flautas, tejidos, joyería tradicional del Putumayo, entre muchos otros emprendimientos, hicieron parte del concepto de este festival, que pretende traer al centro del país las culturas andinas, comunidades indígenas y afrocolombianas ubicadas en este rincón ancestral de Colombia.

Los encargados de darle la apertura musical al Festival fue la Banda de flautas chicha y guarapo, del sur del Cauca, quienes, en sus palabras, representan la ritualidad urbana de aquellos que dejaron sus tierras para venir a la capital. A través de su música buscan una comunicación constante con su territorio. Es una propuesta fuera de lo convencional y pretende que su interlocutor con el público sea su ritmo, acompañado del sonido de cinco flautas y una percusión muy autóctona de la región.

En representación de la comunidad inga del Putumayo, apareció en escena Juan Pablo Evanjuanoy, más exactamente del resguardo Yunguillo. Subió al escenario con más instrumentos de los que acostumbra, pues se ha encargado de llevar por el país y el mundo los sonidos tradicionales de su región, acompañado únicamente de su guitarra. Le canta a las tradiciones de su pueblo y celebra con su música las costumbres que han sido inculcadas en él por su familia y sus ancestros.

El cierre del primer día de Festival estuvo a cargo de La Guanga de Mocondino. Una agrupación nariñense que lleva más de treinta años cantándole al campo y a la esencia de lo que significa ser campesino. Los integrantes actuales son la tercera generación de la familia Jojoa que se ha dedicado no solo a arar la tierra sino también a la música, sus letras hablan de las prácticas de la región y están cargadas de la fuerza de la palabra a través de la tradición oral y familiar.

Al segundo día de presentaciones musicales le dio apertura el Colectivo Pedro Bombo, un grupo conformado por 10 músicos en escena que interpretaron canciones y ritmos andinos. Esta agrupación se formó en Casa Tinta -un espacio cultural del barrio Teusaquillo en Bogotá- donde se recrean, por muchos músicos de la región, las peñas nariñenses, tradiciones para compartir e improvisar con los paisanos.

La cuota afrocolombiana del festival la puso la Agrupación Dejando Huellas de Puerto Tejada, Cauca, quienes, con una amplia variedad musical, son la mezcla idónea entre los sonidos andinos y afro, que tienen su origen en las vivencias de la comunidad esclavizada hace cientos de años. Ritmos como la fuga, el bunde, el torbellino, el currulao, entre otros, hablan de la tradición de los valles interandinos y de la fuerza del pueblo caucano que es sinónimo de resiliencia, a pesar de las problemáticas de la región.

El cierre de la segunda versión del Festival El Sur nos canta estuvo en manos del Grupo Putumayo. Son reconocidos a nivel internacional y cuentan con más de 30 años de trayectoria. Nació en los mágicos paisajes del Valle de Sibundoy y busca desde siempre, mostrar la herencia indígena de los pueblos del sur a través de su música. Este grupo significó en este encuentro: ancestralidad pura, acompañada de las melodías de quenas, flautas, tambores y la tradición indígena en su máxima expresión.

En definitiva el corazón de Colombia late con fuerza en el sur, allí las raíces ancestrales se entrelazan con la riqueza de la tradición. Este festival es -y será en sus próximas versiones- un encuentro sagrado con nuestra identidad, una celebración de la diversidad cultural y musical que nos define como pueblo. Las regiones del sur se encontraron para compartir sus tesoros más preciados: las canciones y los ritmos que han sido transmitidos generación tras generación, como un legado invaluable.

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