Quiero que me recuerden como la única decana que venía a trabajar con los pantalones rotos

Destacadas
Quiero que me recuerden como la única decana que venía a trabajar con los pantalones rotos
Compartir en
Lunes, Julio 23, 2018
Estudiantes
Después de casi tres años como decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Sandra Borda le dice adiós a Utadeo… por lo pronto. Esta fue su entrevista de despedida.

Sandra Borda va, religiosamente, todos los días al gimnasio, se declara una neurótica después de los 40, que no soporta el ruido de los paquetes de papas ni los golpes en la silla del cine, y pasa sus fines de semana leyendo, viendo series y en familia, con Simona, una Golden Retriever de 11 años, que nunca maduró.

Ahora Sandra dirigirá el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Los Andes y espera dedicar más tiempo a consentir a su primer sobrino, que nació este año.

Antes de su partida, hablamos con Sandra para recordar momentos de su paso por Utadeo, los amigos, el mensaje que deja a la Universidad y, cómo no, su análisis del gobierno entrante en el ámbito internacional.

Hablemos de su llegada a la Tadeo. ¿Cómo fue el primer día?

El primer día fue un comité directivo, me impresionó mucho la sala. Es un salón grandísimo, muy formal, elegante, un poco inhibidor. La llegada a la decanatura es una llegada bien interesante, porque es el ejercicio de descubrir un mundo nuevo, no solamente en términos de personas sino de proyectos, de intereses, una Facultad muy particular. Todas las facultades de ciencias sociales tienen una composición distinta, no hay un consenso alrededor de qué es y qué no es una ciencia social. Entonces la composición de esta facultad fue una cosa interesante de descubrir.

¿Cómo decidió ser decana?

El vicerrector académico de Los Andes, Carl Langebaek, me llama un día y me dice que la Tadeo está buscando un decano de Ciencias Sociales y me pregunta que si me interesa. Yo nunca he tenido en la cabeza una carrera administrativa al interior de una universidad. Soy, digamos, la clásica profesora investigadora sin muchas aspiraciones en esa materia, pero como nunca lo había hecho me parecía una cosa interesantísima. Lo que más me atraía de la Universidad, que es la deficiencia que siempre le he visto a Los Andes, es la fortaleza de las artes. La sola idea de pensar las ciencias sociales en un contexto como el de la Tadeo me atraía. Me entrevisté con Margarita, la Vicerrectora, en una conversación bien interesante y luego hablé con la rectora. A las dos las conocí en esa entrevista.

¿Cómo definiría a los tadeístas?

Los tadeístas, y estoy hablando de los estudiantes, tienen un rasgo que a mí me fascina, me enloquece y es que son gente que no son réplica de nada, sino son un acto de espontaneidad y de creatividad ambulante. Es una cosa absolutamente increíble. Alguna gente simplifica eso diciendo que esta Universidad es la tierra de los hípsters. No. Yo no creo que sea la tierra de los hípsters, creo que es la tierra de la gente que se piensa a sí misma sobre la base de la creatividad, de la originalidad y eso los hace a todos distintísimos los unos de los otros. Entonces es muy divertido verlos todo el tiempo reinventándose y siendo personas absolutamente originales, eso me fascina.

¿Y a la Universidad?

Yo diría que la Tadeo es una universidad muy particular, en la medida en que las artes son centrales, no solamente en términos de número estudiantes, del tamaño de su edificio, y de estas cosas, sino que son el eje alrededor del cual todos giramos. Y eso hace el trabajo de todos nosotros mucho más interesante. Estos tres años he hecho el ejercicio de pensar a las ciencias sociales siempre muy vinculadas a las artes, de hecho tengo un pedacito de esas artes, que es Cine y Televisión, acá en la Facultad. Entonces siempre pienso a la ciencia social como un satélite de ese gran centro de gravitación que son las artes.

¿Qué le deja a la Universidad y la Universidad que le deja a usted?

El déficit es enorme. Yo aprendí mucho más de lo que estoy dejando. Nunca había asumido una tarea de administración universitaria de este tamaño y es un reto enorme, desde el trato personal todos los días, trabajar con un equipo de gente tan grande, hasta el funcionamiento mismo de la Universidad. También, y este fue un aprendizaje más duro, el poder de negociación, creo que logré afinarlo un poquito, espero que después de tres años acá sea mejor de lo que era antes.

Tanto en la Facultad como por fuera conocí gente que me enseñó muchas cosas. Pastora Correa me enseño de moda, Santiago Trujillo de diseño. Yo de estas disciplinas no tenía ni la menor idea y era un proceso de asimilación súper interesante. Hoy tengo la cabeza más abierta de lo que la tenía cuando llegué a la Tadeo.

¿Y qué le dejo yo a la universidad? No sé, creo que un equipo con una noción de facultad, que existía cuando llegué, pero que está más asentada hoy gracias a la reforma curricular que nos puso mucho más juntos, a las convocatorias de investigación que ya empezamos a trabajar en equipo, en  vez de hacerlo como islas; y al doctorado en Estudios Sociales. Todo eso son cosas que fueron juntándonos en la Facultad y hoy tenemos un sentido de pertenencia más consolidado.

¿Alguna anécdota en Utadeo?

Toda la gente que fue a los comités directivos, en algún momento u otro, inclusive por fuera de la Universidad, siempre se impresionó del tipo de interacción que tengo con la rectora. A veces parece confrontacional, otras veces más amistoso, pero creo que fue un proceso de aprendizaje enorme trabajar con ella. Volvemos al punto en que yo no soy muy buena negociadora. Ella fue una persona que se sentó y escuchó, siempre está en plan de escuchar para nutrir su propia opinión de cómo se deberían hacer las cosas. Alguien alguna vez me decía, “usted me pone nerviosa cuando se pone a hablar con la rectora en esos comités directivos”. Yo nunca me puse nerviosa, yo disfruté mucho de esas conversaciones.

¿Cuál es su lugar favorito de la Universidad?

Dos lugares favoritos. Uno, tengo que decirlo con un poco de envidia, es el Edificio de Artes y el otro es la emisora. El edificio de artes, porque cuando estábamos haciendo las piezas de difusión para los programas de la Facultad, varias veces fuimos en la noche y es un sitio súper lindo, además lo alcanzo a ver desde mi casa. Entonces tengo una conexión muy especial con ese edificio. Y la emisora, porque yo siempre he dicho que una de las cosas más divertidas, más enriquecedoras, que más disfruté haciendo en esta universidad, fue el programa de radio, que empezamos con Arcadia y luego continuamos sin ellos. Ese programa me fascinaba y pasaba muy buenos ratos ahí.

¿Cuál sería el logro que la hace sentir más orgullosa de su paso por Utadeo?

Después de mucho tiempo de trabajar en proyectos de investigación interdisciplinarios y en la reforma curricular, me emocionó mucho ver a los profesores trabajando juntos, a pesar de las diferencias y las fronteras, en el diseño del Doctorado en Estudios Sociales que, no me voy a cansar de repetirlo una y mil veces, es un doctorado que construyeron los profesores a imagen y semejanza de las áreas de investigación que ellos tienen, de cómo tiene que ser la formación académica de una persona. Entonces tanto el proceso como el resultado son las cosas que me hacen sentir más orgullosa de esta facultad.

¿Decana, profesora o ministra?

Ministra definitivamente no. Profesora, eso sí está clarísimo. Creo que de los otros trabajos aprendí mucho. Pero como dice un amigo mío, uno se tiene que preguntar en que trabajo se ve jubilándose, y es siendo profesora.

¿Volvería a la Tadeo?

Sí, claro. Pasé un tiempo magnífico, aprendí un montón de cosas. Es un lugar donde hay miles de oportunidades para crecer y hacer cosas maravillosas, sin lugar a duda.

De todos los eventos que su facultad realizó en este tiempo, ¿cuáles resalta?

Por el impacto que tuvo para la visibilidad de la Facultad, para el proceso de formación de los estudiantes, y por un interés particular con que el proceso de paz fuera una cosa exitosa, yo creo que el evento con el equipo negociador de La Habana. Fue el último pico de emoción antes del desastre monumental del plebiscito y yo vi a los estudiantes muy entusiasmados con la discusión, el auditorio estaba lleno. Fuimos una de las pocas universidades en Bogotá que tuvo el privilegio de tenerlos a todos sentados dispuestos a contestar preguntas sobre ese tema.

Y en ese mismo orden de ideas, el evento mucho menos multitudinario, pero igualmente importante, el de celebración del año de la firma de los acuerdos con la participación del Presidente. De una forma u otra se reconoció que la universidad era un sitio natural de discusión de la gestación y la construcción de la paz en este país. Y me parece que es una buena señal, porque estamos siendo reconocidos por el trabajo que tiene que ver con eso, que se sabe que la Facultad existe.

¿Qué tipo de cosas lee?

Yo soy una lectora compulsiva de novelas. De hecho, eso afecta directamente mi productividad académica, porque prefiero leer novelas por encima de teoría de relaciones internacionales.

Lo que estoy leyendo ahora es ‘Toda una vida’, que se ganó el premio al mejor libro en Alemania en el 2014. Y el que acabo de leer es ‘El nervio óptico’, de una mujer argentina, María Gainza, un libro bellísimo, me lo devoré en un fin de semana. He estado en el plan de leer mujeres. A partir de ese debate de las mujeres que no fueron a Paris, alguien en Arcadia propuso “miren su biblioteca a ver cuántas autoras mujeres tienen”. Y me di cuenta que estaba en un déficit brutal. Leí el libro de Pilar Quintana, La Perra, que estuvo buenísimo también. Me la paso en esas… y en Netflix de donde también puedo recomendarles muchas cosas, entre otras, la que estoy viendo ahora, Billions. Buenísima.

Vayamos a su campo de acción… ¿cómo ve el panorama internacional para Colombia tras las elecciones?

Ese es en el campo en el que soy menos optimista. Lo poco que oí de los temas internacionales me dejó muy angustiada. Oí un silencio enorme alrededor del servicio diplomático, lo que me hace pensar que seguiremos mandando de embajadores a gente que es muy importante pero que no tiene ni idea de política exterior, de relaciones internacionales ni de los países a donde van.

El tema de Nicaragua, que va a ser peligrosísimo y súper difícil en el segundo semestre del año, la idea de Iván Duque es volver al meridiano 82 como límite y desconocer los fallos de la corte internacional de justicia, lo que sería una afrenta hacia Nicaragua. Eso no me hace feliz. Después le oí diciendo que quería instalar la embajada colombiana en Jerusalem, igual que Trump, y a pesar de que se arrepintió a los dos días, eso tampoco me hace feliz.

Hay un montón de temas en los que estaría dispuesto a estar muy alineado con Estados Unidos y si hay un trabajo que ha hecho la administración Santos, que me parece realmente admirable, teniendo en cuenta la enorme asimetría de poder entre nosotros y USA, ha sido pararse en la raya. Lo hizo Alejandro Gaviria con los precios de las drogas, las legales, que nos tiene en una pelea grande con las farmacéuticas estadounidenses y con ese gobierno. Lo hizo Santos con el glifosato. Mi presunción, que ojalá resulte totalmente falsa, es que vamos a retornar al esquema de alineamiento irrestricto, que va a significar una pérdida de espacio y de autonomía enorme.

¿Cómo debemos recordar a Sandra Borda los tadeístas?

Ay... ni que me fuera a morir…yo creo que lo más conveniente es que me recuerden como la única decana que venía a trabajar con los pantalones rotos.

¿Qué mensaje le deja a la Universidad? ¿A los profesores? ¿A los alumnos?

A los profesores, a los estudiantes y a los directores de programa, por lo menos de esta Facultad, simplemente les diría que son un equipo de gente que no tiene nada que envidiarle a nadie. Esta Facultad tiene una proporción de profesores con doctorado, que investigan, que producen, que son buenos docentes, que no tienen nada que envidiarle a una facultad de ciencias sociales de las mejores universidades de este país. A mí a veces me da la sensación de que los estudiantes no se comen ese cuento, no sé por qué razón. Y a veces los profesores tampoco. Yo he pasado por muchas universidades, la Nacional, el Rosario, la Javeriana, los Andes, y lo digo con conocimiento de causa. Entonces, simplemente dejaría el mensaje de que se coman el cuento.

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

Institución de Educación Superior sujeta a inspección y vigilancia por el Ministerio de Educación Nacional.