Durante dos años hemos aprendido a convivir con el Covid-19, a adaptarnos a nuevos estilos de vida y hasta aprender a cómo reencontrarnos; y es que desde aquel 6 de marzo de 2020 cuando se confirmó el primer caso de SARS CoV-2 en nuestro territorio no olvidaremos las medidas de control heredadas de Asia y Europa, como el confinamiento, el distanciamiento social, restricciones para salir a comprar insumos básicos de alimento y salud, el cierre de fronteras aéreas y terrestres, y es que a los pocos días de la confirmación de la presencia de Covid en Colombia, en calles - parques – centros de educación – centros deportivos y religiosos, la soledad era el visitante cotidiano recorriendo estos lugares, y los establecimientos comerciales se encontraban o cerrados o desocupados. Y es que los comerciantes que se arriesgaron pasaron de la presencialidad al comercio electrónico, con el aislamiento en casa, por medio de plataformas como YouTube, Teams, Facebook o Zoom, llegó la enseñanza virtual - el trabajo remoto - las teleconsultas médicas - el acercamiento de las familias - las celebraciones de cumpleaños y hasta las ceremonias religiosas.
Entre el miedo, la incertidumbre y el asombro empezamos a adaptarnos a una nueva realidad, de la cual, luego de 24 meses han quedado algunas prácticas, y estamos tratando de retomar las costumbres del pasado; el mundo ha pagado un alto costo con los más de seis millones de personas que han fallecido de entre los más de 441 millones de contagios detectados al 3 de marzo, la economía global tuvo la mayor caída desde la segunda guerra mundial, y el ingreso per capita disminuyó en más de 90 países, el empleo se fue al traste, la Organización Internacional del Trabajo [OIT], recientemente duplicó la estimación de la cifra de empleos perdidos para 2023 y afirma que la principal causa es la crisis sanitaria provocada por el Covid-19, que hasta ahora ha acabado con 52 millones de puestos de trabajo de tiempo completo. Destaca la OIT que en América Latina y el Caribe, la pandemia tuvo un impacto más severo por causa de ‘las comorbilidades sociales’ como la informalidad y la desigualdad, debido a que cuando comenzó la crisis “las comorbilidades contribuyeron a la pérdida de empleos y de ingresos, sin regímenes de protección social adecuados para sostener a las personas en un momento tan difícil”, en este entorno, Colombia alcanzó en dos años más de seis millones de contagios, de los cuales 138.939 personas han fallecido; la condición de pérdida de puestos de trabajo no ha estado alejada de la realidad mundial, en el 2021, aunque se recuperó el 50% de los 2.4 millones de puestos destruidos en el 2020, la tasa de desempleo fue del 13,7%, los expertos estiman que en nuestro país se perdieron 10 años de avance en el empleo.
Han sido tiempos difíciles, donde la ciencia siempre ha estado presente para la Humanidad, poco a poco fueron llegando las herramientas para defendernos de la enfermedad, y en diciembre de 2020, Pfizer anunció la aprobación de la primera vacuna; incuestionablemente las vacunas han sido la mayor contribución científica en estos dos años, en las que se utilizó clínicamente la tecnología de vacunas con ARN mensajero, un método seguro y altamente efectivo, y aunque la efectividad contra la enfermedad sintomática ha disminuido con la llegada de las diferentes variantes, la evidencia científica es contundente al mostrar que las vacunas disminuyen la hospitalización y la mortalidad por Covid-19, puesto que han salvado y continuarán salvando miles de vidas, Al 3 de marzo, en el mundo se han aplicado 10.810 millones de dosis, estimando que el 63,1% de la población mundial ha recibido al menos una dosis, de estas cifras en Colombia se han aplicado más de 77,65 millones de dosis, equivalentes al 71,48% de la población con al menos una dosis.
Empezamos un tercer año. ¿Qué esperar de la pandemia que ha cambiado nuestras vidas, en un momento en el que más del 63% de la población mundial se encuentra vacunada, y predomina una variante que hace que el virus de marzo del 2022 sea diferente al que conocimos en diciembre de 2019?
Y es que hemos pasado por las variantes alfa, beta, gamma, delta y nos encontramos con las variantes y subvariantes ómicron que se transmiten con una gran facilidad, pero que por fortuna tienen menos patogenicidad porque tienen menos capacidad de reproducirse en los pulmones. ¿Qué se espera entonces desde este tercer año que inicia?: a) Más investigación acerca del virus, como sus implicaciones biológicas, sociales y sicológicas de haber vivido un largo tiempo con la pandemia. b) Hay hábitos que deben permanecer, como son el aseo de manos y el tapabocas, que no será de uso permanente, pero estará presente en las temporadas de afecciones respiratorias donde este elemento será un compañero social. c) Perfeccionar los esquemas de vacunación con diferentes intervalos entre dosis, y el uso de nuevas formas de vacuna, como las de administración intranasal y la actualización de las vacunas ante la llegada de variantes. d) En los siguientes meses continuará el descenso en el número de casos, ya que la llegada de ómicron trajo fuertes olas de contagio alrededor del mundo, por esto, la mejor conducta es acelerar la vacunación en las personas que no han recibido la vacuna y aplicar refuerzos en quienes aún no los tienen, este es el mejor momento para acelerar la vacunación, ya que así evitaremos contagios futuros, más transmisión del virus y potencialmente nuevas variantes.
La Organización Mundial de la Salud [OMS] ha explicado que el hecho de que el virus empiece a disminuir no implica que la pandemia haya terminado en ningún país y no lo será en forma simultánea, y es la razón por la que algunos países presentarán menos casos antes que otros. El virus se va a quedar, convivirá con todos nosotros y con los otros virus que circulan por el planeta. Hay que tener atención en un fenómeno en el que pueden incrementarse las muertes por la gente que ya estaba enferma y porque hay un registro tardío de su contagio, la expectativa del director de OMS es que la fase aguda de la pandemia termine a finales del año, con la condición de que el 70% de la población esté vacunada hacia junio o julio.
Un par de reflexiones finales sobre las lecciones de la pandemia: a) Una relativa al requerimiento de mayor inversión en salud; la pandemia desnudó por todo el planeta sistemas de salud precarios, hospitales mal abastecidos con personal capacitado, pobre capacidad de ventilación mecánica, así como la descoordinación con los productores de oxígeno; y algo muy importante, es necesario que cada país cuente con capacidades de producción local de vacunas para que la siguiente pandemia, que seguramente la va a haber, nos encuentre en mejores condiciones. b) Covid-19 afecta a todos, no diferencia en raza – género - edad y condiciones económicas y sociales, esto nos debió dejar el mensaje que la humanidad es una sola, y que unida entorno a la vacunación está ganando la batalla al enemigo, pero no aprendimos, hoy que estamos viendo la luz al final del túnel, en diversos focos del planeta ocurren conflictos de convivencia resultantes del egoísmo, así el pez grande demostrando su poder siempre se comerá al pez chico pasando sobre él sin importar que destruye a su paso.
¿No será acaso esta actitud el origen de pandemias donde las personas deben protegerse tal y como apreciamos con la población de Ucrania viviendo en las estaciones del metro librándose de las bombas o emigrando a otras regiones del planeta buscando proteger su integridad física y mental?