La cárcel El Buen Pastor, ubicada en la localidad de Barrios Unidos de Bogotá, es uno de los seis centros penitenciaros exclusivos para mujeres existentes en Colombia. Hasta este lugar llega el interés de los tadeístas por construir una mejor sociedad, apoyando los procesos de humanización del sistema penitenciario y carcelario que adelanta el gobierno nacional. El Semillero de Derecho Penal y Derechos Humanos de la Universidad hace presencia en este lugar con talleres jurídicos dirigidos por la profesora Suárez y sus estudiantes.
Fue Juan Pablo Uribe, docente de la Facultad de Derecho de Utadeo y, también asesor del Viceministerio de Política Criminal y Justicia Restaurativa -Ministerio de Justicia-, quien, en el marco del proyecto Plan de Cultura para la libertad hizo el puente entre la profesora y la Dragoneante Rosaura Santos, bibliotecaria del centro penitenciario, quien, en su genuino interés por el bienestar de las internas, visibilizó la necesidad de la formación jurídica para estas mujeres.
Este es un proyecto que se apalanca con el Ministerio de Cultura a favor de la resocialización de las personas privadas de la libertad. Busca darles herramientas para su reinserción a la sociedad y que, a través de los libros, el teatro, el cine y la danza, encuentren la manera de rehacer sus vidas junto a los suyos. La Dragoneante Santos menciona que, "estos son componentes de cambio y para mí, la formación jurídica era un ingrediente que faltaba en este proceso; allí es cuando la profesora Beatriz decide tomar las riendas de esta iniciativa, llevándola a cabo junto con sus estudiantes".
Junto a un equipo periodístico de RCN Radio, a la docente y a algunos de los futuros abogados que se están formando en Utadeo, estuvimos en el tercer taller -de ocho que están programados- para ver de primera mano la dinámica de este proceso. Para ingresar debimos pasar varios filtros, en cada uno de ellos nos pusieron un sello en el brazo. La recomendación fue llevar pocas cosas y el celular lo dejamos guardado hasta la salida. Ya dentro del penal debíamos movilizaros por los pasillos de la cárcel todos juntos, nadie podía separarse del grupo. El segundo patio es el de las mamás, sus hijos pueden estar con ellas hasta los tres años. Recorrer pasadizos de una prisión es una experiencia de alto impacto, son muchas las preguntas que surgen.
Llegamos a la biblioteca, lugar donde ya estaban las alumnas esperando para aprender, esta vez, sobre Proceso Penal y todos sus factores, por medio de actividades lúdicas y la escucha activa de casi 40 mujeres privadas de la libertad, la profesora Beatriz y sus pupilos les enseñan a las internas herramientas útiles para entender mejor cómo se llevan a cabo sus procesos judiciales.
El taller empieza con una actividad para romper el hielo, un juego de "Tingo Tango" es el método que usan los estudiantes para iniciar interacción con las que, por esa mañana, serían sus alumnas. La que se queda con la pelota debe responder preguntas con temáticas de los talleres anteriores, términos como tutela, derecho de petición, Habeas Corpus, entre otros, son algunos los que deben explicar y así entre risas y diversión, las internas se desinhiben y abren sus mentes para los nuevos conocimientos.
Con el ánimo arriba y ávidas de conocimiento, las alumnas del Taller Jurídico vuelven a la biblioteca a recibir clase. Con material didáctico, carteleras y otras herramientas pedagógicas, la profesora Suárez les explica a sus alumnas la importancia de la Constitución y les enseña sobre los actores que hacen parte del proceso penal: los tipos de delitos, de sentencias, tipos de jueces encargados según la parte del procedimiento, entre otros términos, a los cuales prestan total atención.
Llegar a más de 1.800 mujeres privadas de la libertad es complejo. Por eso, Beatriz exalta la importancia de que sus alumnas se conviertan en replicadoras. “La idea es que ellas lleguen a su propio patio y encuentren los mecanismos para compartir con sus compañeras lo aprendido en clase. Esta es una manera de democratizar el conocimiento y se confía que lo que están aprendiendo, les será útil dentro y fuera de su lugar de aislamiento”, explicó la docente.
Hablamos con las estudiantes de Derecho María José Gómez y Sharid Suárez, y las dos están de acuerdo al manifestar que esta es una experiencia gratificante. Los talleres les permiten percibir su carrera de una manera más humana y sienten que es un aprendizaje en doble vía, pues, estas mujeres también tienen mucho que aportarles. Han aterrizado conceptos y los han anclado a la realidad de las problemáticas que viven las personas privadas de la libertad.
Jenny Marcela Castro, sentenciada a siete años de prisión, valora mucho este espacio, resaltó que “estos conocimientos son instrumentos que harán más llevadero mi proceso de resocialización cuando cumpla mi condena el próximo año”. También hablamos con Yazmín Páez Castañeda quien lleva cinco años de una pena de 20 y quien con mucha firmeza aseguró: “la ignorancia es la que te hace delincuente, cuando nos educan y tenemos el conocimiento y el saber, no somos criminales”. Con lágrimas en sus ojos agradeció a la profesora Beatriz y a sus estudiantes por la oportunidad.
La gran meta es que este proyecto se replique en otros centros penitenciarios. Otras universidades se sienten motivadas a aportar a estos cursos de humanización y resocialización de las personas privadas de la libertad y, en definitiva, el Semillero de Investigación en Derecho Penal y Derechos Humanos es inspiración para que se entienda que, desde la academia, se hace un aporte significativo al país con miras a la humanización de toda la sociedad.
