Vehículos autónomos con sello tadeísta
Entender cómo se transforman las diferentes formas de energía, de una a otra, es el objetivo de la asignatura de termodinámica, comenta Laura Conde, profesora titular del Departamento de Ingeniería de Utadeo. Aunque suena a algo abstracto, gracias a procesos de este tipo es que los automóviles funcionan.
Con esto en mente, Conde decidió que el trabajo final de sus estudiantes sería una carrera de vehículos autónomos, elaborados por ellos mismos, en el que ganaría el que se desplazara primero por más de dos metros.
Para ello, los estudiantes escogieron una fuente de energía que les sirviera para generar el movimiento y a partir de ella realizaron cálculos en cuanto al peso del vehículo, la manera como se podría optimizar su desplazamiento y la incorporación de la fuente de energía dentro del auto.
Aunque en algunos casos los vehículos no lograron el movimiento esperado, los estudiantes pudieron aplicar sus conocimientos y elaboraron un prototipo funcional con base en los cálculos y los diseños planteados.
Uno de los vehículos contaba con una lata llena de agua en la parte de atrás. Al ponerle calor a la lata -a través de una fuente de etanol-, la presión movía unos pistones, que iban conectados a poleas y a las llantas, lo que generaba el movimiento del vehículo. Uno de los inconvenientes que encontró Brayan Iza, uno de los estudiantes que desarrolló el carro, es que la presión debía ser muy alta para lograr un desplazamiento continuo.
Otra de las propuestas, desarrollada entre otros por María Fernanda Boada, contaba con un motor Stirling, una jeringa, canicas y una fuente de calor. El vehículo funcionaba a través del movimiento de las canicas, que desplazaban el aire contenido en una jeringa, lo que a su vez movía el auto. El cambio de temperatura del aire entre frío y caliente hacía que la oscilación de las canicas se repitiera y de esta forma el desplazamiento se generaba.