Salió a la calle con niños de primaria a volar cometas: 43, cada una con el rostro de uno de los chicos. Aunque no le gusta explicarse, dos días después de la actividad atiende esta entrevista en la biblioteca del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, fundado y sostenido por él desde hace 26 años y que ha decidido donar al Estado a cambio de un peso. El pelo oscuro, los bigotes de punta caída y la barba blanca contra la piel marrón, las arrugas de la camisa, unos ojos desamparados de fondo tronante, el artista se sienta a la mesa.
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