Centralismo en Colombia, el relato de una "historia trágica"
“Colombia tiene una historia trágica en el establecimiento y la consolidación del centralismo político”, así destaca Salomón Kalmanovitz, profesor emérito de Utadeo, en su columna de opinión en El Espectador, la acentuación del centralismo como la manera administrativa, política y económica empleada por el poder Ejecutivo, desde el centro, para comunicarse con las regiones del país.
En ese sentido, Kalmanovitz resalta que si bien Colombia adoptó, entre 1854 a 1886, un sistema federal que fue exitoso económicamente, rápidamente la reacción conservadora enterró las reformas liberales, llevando a las regiones a una especie de castración, con una educación confesional, un Estado sometido a la iglesia y un banco nacional inflacionista.
“El compartir el poder con los conservadores hizo que los liberales renegaran de su ideario federal y abrazaran el centralismo con fervor. En los años 30, Carlos Lleras Restrepo editó un libro de escritos económicos de Miguel Antonio Caro, donde confundió su centralismo dictatorial con la búsqueda del bien común. Lo justificó para que su partido adelantara reformas políticas, laborales y de tierras”, agrega Kalmanovitz.
Ahora bien, citando las declaraciones que dio Julián López Murcia, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de Utadeo, a La Silla Vacía, aunque la constitución Política de 1991 dio grandes saltos en términos de la descentralización, al repartir parte del presupuesto nacional y de las regalías a los municipios y departamentos, este proceso fue debilitado en las administraciones de Pastrana, Uribe y Santos, a tal punto que las transferencias a las regiones pasaron del 4,8% del PIB en el 2002 al 3,8% diez años después, por debajo del crecimiento económico.
“El Gobierno Nacional intervino a los departamentos y supervisó que se gastaran sus recursos primordialmente en acueductos, permitiendo su endeudamiento por encima de su capacidad de pago. En el caso de los municipios, debieron darles preeminencia a la educación y la salud”, agrega Kalmanovitz.