"El odio heredado", la semilla de los conflictos sociales en Colombia
Existe un odio heredado. Ese que lleva, en algunos casos, al suicidio o a asesinar sin razón aparente al vecino o compañero de luchas. A propósito de los recientes desmanes presentados en varias universidades públicas del país, que, a la fecha, han dejado un saldo de un muerto y varios heridos, el presidente del Consejo Directivo de Utadeo, Jaime Pinzón, en su columna de opinión en El Nuevo Siglo, destaca que este tipo de conflictos no han surgido recientemente, sino que se remontan a conflictos históricos desde antes de la independencia y de nuestro pasado republicano.
Así, por ejemplo, las guerras entre los partidos políticos tradicionales (Liberal y Conservador) generaron una movilización de resentimientos: “jamás he logrado entender el origen de la motivación que impulsaba al campesino de una vereda a matar al campesino del frente, compañero de sufrimiento y en cuanto a la guerrilla en su empeño de combatir hay odio heredado. Por fortuna el acuerdo con las Farc condujo a la desmovilización de la mayoría de sus cuadros, así el orden público continúe turbado”.
El columnista evoca que, disturbios como los que se presentan ahora en apoyo a la Minga indígena, también arreciaban hace cincuenta años, en parte, dice, por un uso y abuso de la palabra revolución, así como por fuertes rencores ancestrales: “estoy seguro de que la inmensa mayoría de los universitarios colombianos busca mejor mañana, posee deseo de adquirir conocimientos, de innovar, sin cerrar los ojos ante desigualdades e injusticias, criticando errores de dirigentes involucrados en el clientelismo, sindicados de la comisión de irregularidades y sobornos, su actitud es distinta al comportamiento hostil de grupos a quienes exacerban agitadores profesionales”, agrega Pinzón.
Ante ello, Pinzón agrega que la situación no se resolverá exactamente con mayor presupuesto para las instituciones públicas de educación superior, aunque esta medida sea completamente necesaria. Dice, más bien, las situaciones de conflicto comenzarán a arreglarse cuando “empecemos por reconocer la culpa social que nos corresponde, las fallas en el desarrollo de las nuevas generaciones, los errores cometidos al impartir valores, la ausencia de instrucción objetiva en el área de historia patria”.