¿Estamos ante la amenaza de una guerra nuclear?: José Fernando Isaza en columna de opinión en El Espectador
¿Cómo diseñar una bomba atómica y cuál sería su potencial nivel de destrucción? Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, esta ha sido la principal preocupación de las grandes potencias mundiales, entre ellas Estados Unidos, país que, desde 1964, con “El experimento del país N” buscaba entender las posibilidades de proliferación de los armamentos nucleares en otros países, para lo cual contrató a dos estudiantes promedio de física, a quienes les brindó una información no clasificada para fabricar dicha bomba. El resultado indicaba que un artefacto explosivo construido con instrucciones detalladas hubiera explotado con una potencia igual a la de Hiroshima, según cita el consejero y ex rector de Utadeo, José Fernando Isaza, en su columna de opinión en El Espectador, las investigaciones de Andrew Thomas, en su libro Hidden In Plain Sight 8.
Sin embargo, este no ha sido el único intento. Años atrás, en 1943, como parte del proyecto Manhattan, que buscaba construir la bomba A, los científicos recibían un documento llamado “Los Álamos Primer”, una especie de receta para construir la bomba atómica, entre ellos sus detalles más críticos, como lo son la masa y el diseño del detonador: “ese año había dos problemas por resolver: el primero era la alta probabilidad de una explosión antes de ser lanzada, que se estimaba en el 15 %, casi igual a la de la ruleta rusa (del 16,7 %); el otro, que después de armada la bomba el explosivo convencional que une las dos masas no funcionara y la bomba, más que explotar, emitiera unos fuegos artificiales radiactivos”, indica Isaza.
Dos años después, los inconvenientes fueron subsanados, y en 1965, el documento fue desclasificado, a tal punto que se actualizó en 2017 como un documento pedagógico. Hoy, indica el columnista, ante el fracaso de las conversaciones entre Trump y Kim Jong-un, sumado a la denuncia del tratado entre Estados Unidos y Rusia sobre la limitación de cohetes de mediano y largo alcance con ojivas nucleares, así como las tensiones entre India y Pakistán, por nombrar solo algunos incidentes, hacen pensar nuevamente en los peligros de un ataque atómico que desencadenaría una hecatombe a nivel mundial.
“La restricción para construir una bomba nuclear no es el diseño geométrico, ni los materiales empleados, ni la determinación de la masa crítica; es la obtención del uranio 235, a partir del uranio 238, abundante en la corteza terrestre. Para obtener el explosivo nuclear utilizado en lo ataques a la población civil de Hiroshima y Nagasaki, EE. UU. construyó en Oak Ridge una planta de cuatro pisos en forma de U, de 900 metros de largo y 500 de ancho, más grande que el Pentágono, denominada la Planta de Difusión Gaseosa”, afirma Isaza.