Las Islas Kuriles, un escenario de tensión diplomática en el planeta
Las Islas Kuriles, un archipiélago de mayoría volcánica ubicado en el nordeste de Japón, ha sido un tema de discordia entre Rusia y los nipones, desde finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Kremlin tomó posesión de este territorio de 10.600 kilómetros cuadrados. Sobre este diferendo diplomático versó la más reciente columna de opinión en El Nuevo Siglo del presidente del Consejo Directivo de Utadeo, Jaime Pinzón.
Como lo destaca el columnista, en su momento la Unión Soviética argumentaba que el archipiélago era un botín de guerra, y aunque ambos países mantienen relaciones diplomáticas y comerciales, aún no se ha suscrito un tratado de paz que ponga fin a la confrontación. Los rusos aducen que, de hacerse la transferencia, se debe garantizar que el territorio no sirva como base militar norteamericana, mientras que los Estados Unidos reconocen la soberanía de Japón sobre estas.
Ante ello, recalca, la tensión diplomática se incrementa, convirtiéndose en tema clave de discusión en plena época electoral en Japón, y por el otro lado, los ciudadanos rusos respaldan a Putin en su decisión de no entregar las islas. Estados Unidos entra en el juego como un actor interesado en momentos donde se vive una “guerra” comercial con China: “Rusia ha desplegado en ellas estaciones de observación Miss-1, construirá aeródromos y puertos para buques grandes, sofisticados sistemas de defensa, no acepta irse”, agrega Pinzón, quien considera que este conflicto puede unir las aspiraciones de varios gobiernos en distintos continentes.