Los agujeros negros, un concepto que se debate entre lo teórico y lo experimental

Los agujeros negros, un concepto que se debate entre lo teórico y lo experimental

Utadeo en los Medios
Los agujeros negros, un concepto que se debate entre lo teórico y lo experimental
Jueves, Octubre 22, 2020
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En su segunda columna de opinión en El Espectador dedicada al tema, el consejero de Utadeo, José Fernando Isaza, reflexiona en torno al Nobel de Física concedido este año a Andrea Ghez, Reinhard Genzel y Roger Penross, quienes desde el ámbito teórico y empírico, usando radiotelescopios, demostraron que en el centro de nuestra galaxia hay un agujero negro miles de veces más masivo que el Sol.

En su segunda entrega sobre las avances teóricos y experimentales que la ciencia ha obtenido en torno a la concepción de los agujeros negros, el exrector y consejero de Utadeo, José Fernando Isaza, en su columna de opinión en El Espectador, resalta que grandes mentes de la física, entre ellos Einstein o Hawking no obtuvieron el Nobel, pese a que sus teorías transformaron la concepción de la ciencia moderna, esto, debido, a que carecían, en su momento, de un soporte experimental que comprobara sus hipótesis.

“A pesar de sus aportes a la cosmología y a la relatividad general, Stephen Hawking tampoco recibió el Nobel. Era un teórico, su laboratorio era su cerebro. Su demostración de que un agujero negro radia constantemente modificó las teorías entonces vigentes de que estos no emitían radiación, pero conservó la propiedad de atracción gravitatoria. La academia consideró que su trabajo era teórico sin comprobación observacional. Es bien difícil detectar la radiación cuántica de un agujero negro, pues no se dispone de un instrumento suficientemente sensible para lograrlo. Basta pensar que el agujero negro más cercano a la Tierra se encuentra a mil años luz de distancia (el Sol está a ocho minutos luz de nuestro planeta)”, indica Isaza.

Lo anterior, dado que este año el Nobel de Física fue para Andrea Ghez, Reinhard Genzel y Roger Penross. Los dos primeros descubrieron, a partir de radiotelescopios, que en el centro de nuestra galaxia hay un agujero negro miles de veces más masivo que el Sol, mientras que el último es un físico teórico experto en agujeros negros.

Lo detectaron midiendo las órbitas de las estrellas cercanas al centro, pues sus trayectorias solo pueden explicarse por la existencia de un inmenso campo gravitacional no visible; es decir, un agujero negro. En tales condiciones, un agujero negro no se considera un concepto teórico, sino un objeto real, lo cual habilitó, por así decirlo así, el trabajo de Penrose, que en este sentido deja de ser teórico para entrar al mundo real y pasar los requisitos de la Academia Sueca”, argumenta.

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