Rappi, al paredón
Empresas como Rappi, que se han convertido en íconos del paradigma de la economía naranja, hacen uso del avance cada vez mayor de las tecnologías frente a la regulación vigente para poder aumentar, a pasos agigantados, los volúmenes de capital de sus empresas. Sin embargo, cuando la regulación llega, se avecinan temporadas de tribulación para estas compañías, tal como ya le ha sucedido a Uber. Así lo sugiere el profesor emérito de Utadeo, Salomón Kalmanovitz, en su más reciente columna de opinión en El Espectador, al reflexionar sobre las investigaciones que adelanta la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) en contra de la compañía de domicilios y que le podrían costar cerca de 1656 millones de pesos en multas.
“El ‘director de policy’ de Rappi expresó que acataba a la autoridad, ‘pero deben tener en cuenta que esto es una nueva economía y deben estudiar los impactos negativos que desincentivan los emprendimientos’, o sea que la ley no les debe aplicar”, expresa Kalmanovitz, quien agrega que aún falta una condición mucho más grave por investigar, esta vez por parte del Ministerio de Trabajo, que tiene que ver con las condiciones laborales de los trabajadores de estas compañías que se han hecho ver como “asociativas”, y que hasta el momento han incumplido todas las normas de contratación y responsabilidad, como por ejemplo el pago a la salud y pensión, así como el aseguramiento por riesgos de accidentes de trabajo.