Proyecto de creación: Manoslibres. Ximena Díaz, 2011-2012

Manoslibres es una aproximación a la cultura de la apropiación espontánea de tecnología en Bogotá. Para el desarrollo de la instalación se usaron teléfonos celulares averiados y desechados, que se han resistido al orden del mercado formal, al control policial, a los cortos ciclos de vida útil establecidos por las lógicas capitalistas entrando en una suerte de alter life o vida después de la muerte. Son como frankensteins mestizos que combinan marcas, modelos, partes, procedencias. Estos teléfonos han expandido los usos personales promovidos por el mercado a usos colectivos y han alterado el modelo de movilidad y portabilidad fijándose a lugares específicos con cadenas.

A partir del nombre flechas, con el que se conoce popularmente a los teléfonos de gama baja y a partir de la explicación que se da en las calles a este nombre: "“porque cualquier indio lo tiene"”, se estableció un paralelo entre el proceso de resistencia a la colonización actual, específicamente al gigante de las comunicaciones móviles, y el proceso de resistencia a la conquista y colonización española en el siglo XVI. Las flechas, que una vez se tallaron como afiladas y venenosas armas de ataque, hoy se lanzan como banderas de identificación de muchos consumidores de tecnologías diseñadas para mercados en vías de desarrollo, y como manifestaciones de una ingeniosa resistencia.

La obra se construyó a partir del ensamblaje de más de quinientas carcazas de teléfonos flechas en una estructura curva de madera, formando una constelación. Además de titilar, esta constelación de aparatos vibra en espasmos intermitentes. Este parlante sobredimensionado amplifica la vibración y el sonido de los aparatos temblorosos, y sirve también de caja de resonancia de historias de flechas que han circulado en mercados emergentes como el nuestro desde los noventas, resistiéndose a su inminente obsolescencia. Estas flechas apiñadas han subvertido los órdenes y modelos globalizadores y expansionistas de los mercados y han, sobretodo, servido como vehículos para manifestar y darle cuerpo a una estructura comercial paralela, en la cual los consumidores no solo consumen sino que desobedecen, desestabilizan y revierten las estructuras.