Dada su pasión por las artes en general, no es de extrañar que el violinista Isaac Stern obtuviera un Oscar de la Academia de Hollywood al mejor documental en 1981 por la película De Mao a Mozart: Isaac Stern en China.

Stern dijo en una ocasión: "No creo que ninguna sociedad civilizada pueda calificarse a sí misma como tal si no contempla las artes, no como un adorno ocasional de esa sociedad, sino como una necesidad básica". La sabiduría no sólo enriqueció con el tiempo la calidad artística de Stern, sino que también motivó su iniciativa por el entendimiento musical de los pueblos. En 1973 creó el Centro de Música de Jerusalén, una forja de talentos de la cual salieron grandes nombres como Pinchas Zukerman, Itzhak Perlman o Shlomo Mintz.

Stern no sólo interpretó con maestría a los clásicos, sino que fue uno de los más destacados compositores de música contemporánea, dando vida a piezas de Leonard Bernstein, Dutilleux y Peter Maxwell Davies en los escenarios de todo el mundo.

En el final una frase de este maestro para reflexionar acerca del poder sanador de la música: "La música es un instinto primigenio humano. La música despierta, estimula la inteligencia, la fantasía y el pensamiento lógico, pero, sobre todo, quien hace música aprende a no odiar". 

EL MÚSICO DE LA SEMANA, Lunes a viernes, 2:00 p.m.