El temperamento del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, podría tener consecuencias fatales una vez asuma el timón de la primera potencia mundial. Y si hay un país que mira con atención todos los aspectos relacionados con el magnate que ocupará la Casa Blanca es China, señala Enrique Posada Cano, en un informe para El Tiempo.
Posada, director del Observatorio Asia Pacífico y del Instituto Confucio de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, asegura que líderes del Gobierno chino y su partido gobernante escuchan con interés a centros de estudios como el Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de China, que analiza de modo constante a Estados Unidos y su relación con el gigante asiático y el resto del mundo.
“Hoy más que nunca –analiza Posada- este y otros institutos deben estar trabajando a plena marcha para desatar el nudo gordiano de un código trumpiano que les interesa, por supuesto, en todos los aspectos, pero sobre todo en el orden económico y comercial, y en el de la competencia política en Asia Oriental y el Sudeste Asiático”.
Harán un seguimiento milimétrico en todo cuanto se viene de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, pero el primer foco lo pondrán en los asuntos del comercio. No es para menos si durante la campaña electoral, el entonces candidato republicano prometió gravar con un 45 por ciento los productos chinos, “lo que tenemos delante –dice Posada- es una guerra económica, pues China le respondería con la misma moneda”.