El investigador Elkin Rubiano explora la potencialidad del arte para la reconciliación

El investigador Elkin Rubiano explora la potencialidad del arte para la reconciliación

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El investigador Elkin Rubiano explora la potencialidad del arte para la reconciliación
Martes, Noviembre 19, 2019
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El profesor del Depto. de Humanidades de Utadeo es el ganador de la versión N°15 del Reconocimiento Nacional a la Crítica y el Ensayo: Arte en Colombia.
Fotografía: Alejandra Zapata - Oficina de Comunicación Utadeo

Durante años, el profesor e investigador del Departamento de Humanidades de Utadeo Elkin Rubiano le ha apostado al estudio crítico del arte, en relación con el conflicto armado y la violencia política en Colombia. A lo largo de este proceso, la realidad del país se ha empeñado en demostrarle que la capacidad trasformadora del arte es limitada, pero recientemente, en el desarrollo de su tesis doctoral, Rubiano conoció casos de práctica artística, de primera mano, en donde el arte se muestra como un potencial escenario para la reconciliación.

Es así como, a partir de la tesis titulada Los rostros, las tumbas y los rastros: el dolor de la guerra en el arte colombiano, el profesor Elkin presentó el ensayo “Las cenizas y los rastros, la emergencia forense en el arte colombiano”, con el cual recibió el Reconocimiento Nacional a la Crítica y el Ensayo: Arte en Colombia, otorgado por el Ministerio de Cultura y la Universidad de Los Andes. Este ensayo será publicado en los próximos meses, así como su tesis doctoral, la cual figura como una de las novedades de la Editorial Utadeo en FilBo2020.

Rubiano revisó la obra de más de 10 artistas colombianos de los últimos 15 años -dentro de los cuales se encuentran Doris Salcedo, Beatriz González y Erika Diettes-, así como las prácticas artísticas de organizaciones de familias de personas desaparecidas. Los casos que llamaron la atención del investigador tienen un punto en común: las obras se realizan a través de un trabajo cercano con las comunidades víctimas de conflicto armado.

 

 

Por medio de entrevistas a los artistas, de una revisión a las menciones de las obras en la prensa nacional y de una profunda lectura de textos de filosofía y crítica de arte, el investigador encontró que el trabajo de dichos artistas -un arte hecho en contextos de violencia extrema- se ha ocupado de una noción de víctima desde una perspectiva diferente en relación con la historia del arte en Colombia.

“Tradicionalmente la víctima en Colombia ha sido representada a partir del momento en que es victimizada. Una de mis hipótesis es que los artistas tienen licencia para hacer ese tratamiento cuando la víctima es una noción lejana, pero con estos artistas que trabajan en los territorios, la víctima deja de ser una noción lejana, se acerca, tiene nombre, tiene rostro, tiene biografía y se construyen unas relaciones diferentes con ellas. Básicamente se trabaja en conjunto con ellas y en lugar de representar a la víctima, aparecen formas de activación del habla o activación del testimonio”, explica Rubiano.

Además de esta nueva noción sobre las víctimas, el investigador identificó el uso de los indicios en la creación artística, es decir, de aquello que queda de las masacres, asesinatos y demás actos atroces cometidos en la guerra. En palabras de investigador, se trata de “las marcas de la barbarie inscritas en las cosas que pueden ser los zapatos, la ropa o las escuelas destruidas”.

Según Rubiano, “cuando se trabaja con aquello que queda, con lo que testimonia, hay una cercanía con la medicina forense: porque el médico forense trabaja a partir de los restos humanos o los restos materiales, entonces existe un vínculo muy claro entre algunas prácticas artísticas y algunos modos en los que operan la medicina y la antropología forenses”.

 

 

Es a partir de los anteriores hallazgos que el investigador construye la hipótesis de la potencialidad del arte en contextos de justicia transicional y posconflicto, pues el arte permite reconstruir lo sucedido y entender las causas de la barbarie, lo cual propicia la comprensión del antagonista, es decir, ponerse en los zapatos del otro. Así, se construyen nuevas relaciones entre víctimas y perpetradores, pero también entre combatientes de distintos bandos.

“Hay un proyecto muy interesante liderado por el artista Juan Manuel Echavarría a partir de la Fundación Puntos de Encuentro, en donde se hicieron talleres de pintura con excombatientes de las AUC, las guerrillas y soldados heridos en combate. Estos talleres permitían que se unieran quienes antiguamente combatían y se convirtieron en espacios en donde se suspendía el antagonismo, generando así otras formas de relacionarse”, relata Rubiano.

Partiendo de la idea ampliamente trabajada por la historiografía de la violencia en Colombia, en donde la guerra se reproduce a causa de odios heredados y se relaciona con el principio de "no dejar semilla" (por eso se asesinan a los niños y a las mujeres embarazadas, con el propósito de cortar las posibilidades de venganza de las víctimas), Rubiano considera que "una manera de darle un viraje a nuestra historia es superar los odios y el antagonismo, el odio que termina en sicariato, en paramilitarismo, en tortura, en desplazamiento forzado".

"Algo que vi con las familias de los desaparecidos -añade- es que podría explorarse el dolor en Colombia como un sustituto de esos odios heredados. En otras palabras: hay un potencial en los dolores heredados, porque los dolores de las comunidades crean vínculos solidarios. Si los odios dividen, los dolores logran articular. La exposición de Jesús Abad Colorado, por ejemplo, demuestra muy claramente eso: muchas de las personas que la visitan comprenden por primera vez la dimensión del conflicto armado, sobre todo cuando tiene que ver con datos no que iluminan la cabeza, sino que afectan el estómago".

 

 

Para el investigador Elkin Rubiano, explorar esa dimensión del dolor -tanto en los directamente implicados como en el público del arte- es una posibilidad de comprender el conflicto de otra manera. Por eso, su quehacer siempre se ha desarrollaro a partir de un compromiso: preguntarse qué es lo que se puede movilizar, lo que se puede hacer a partir de la investigación y la crítica de arte. 

"Hay que imaginar que cosas que no nos hemos atrevido a imaginar. A veces uno cae en el pesimismo y dice ‘no hay nada que hacer’. Entonces la opción en este contexto es mirar las posibilidades y una de ellas es trabajar la dimensión de los afectos y los sentimientos para lograr comprender empáticamente el dolor de los otros. El terreno del arte permite comprender la humanidad de perpetrador, porque siempre hay que preguntarse, en la lógica de los odios heredados, que a quien hoy llamamos victimario, posiblemente en el pasado fue una víctima. No hay reconciliación sin lograr humanizar al enemigo", apunta. 

 

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El profesor Elkin Rubiano también fue ganador del segundo lugar en el Premio Distrital de Periodismo Cultural de Idartes, con el proyecto Crítica sin cortes: un formato de video sin edición mediante el cual Rubiano recorre distintas exposiciones, entrevistando a artistas y curadores. 

 

María Alejandra Navarrete

Oficina de Comunicación Utadeo

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