Eleuteria, un proyecto transmedia que lleva a romper los estereotipos sobre las mujeres privadas de la libertad en Colombia

Eleuteria, un proyecto transmedia que lleva a romper los estereotipos sobre las mujeres privadas de la libertad en Colombia

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Eleuteria, un proyecto transmedia que lleva a romper los estereotipos sobre las mujeres privadas de la libertad en Colombia
Viernes, Junio 11, 2021
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En una apuesta conjunta entre el Grupo de Prisiones de la Clínica Jurídica de la Universidad de los Andes, la Facultad de Ciencias Sociales y el CrossMediaLab de Utadeo, que ha recibido el apoyo de diferentes colectivos y organizaciones, se narran las historias de estas mujeres, sin usar etiquetas ni rótulos, tan solo evidenciando sus problemáticas y cotidianidades, tan humanas como las de cualquier otro ciudadano.
Fotografías y videos: Proyecto Eleuteria

Eleuteria, considerada en la mitología griega como la diosa de la libertad, hija de Zeus y de Temis, fue la inspiración para que, en junio del año pasado, un equipo interdisciplinar del Grupo de Prisiones de la Clínica Jurídica de la Universidad de los Andes emprendiera un proyecto con una labor titánica: romper los estigmas e imaginarios sobre la población carcelaria, especialmente de las mujeres privadas de la libertad, generando con ello, desde la humanización de sus historias, sentimientos positivos hacia los internos, en lo que señala Juan Pablo Uribe, asesor de la clínica y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de Utadeo, se trata más bien de hacer un activismo jurídico, en el que se busca dar una lucha por el sentido común.

Como lo comenta Uribe, la situación no es nada fácil para las mujeres que se encuentran en los centros carcelarios, pues tienen que someterse a un sistema que ha sido diseñado para hombres, llevando con ello a que sus necesidades no sean priorizadas, especialmente en aspectos tan sensibles como su salud menstrual y reproductiva. De hecho, cifras del INPEC señalan que hay aproximadamente 97.117 personas privadas de la libertad intramuralmente, de las cuales 6.911 son mujeres.

Fue ahí donde Uribe, en conjunto con su grupo de trabajo, compuesto por estudiantes de la Universidad de los Andes, con el firme propósito de reivindicar a esta población más allá de las discusiones técnicas que se tenían con colegas y personalidades de la alta esfera jurídica del país, decidió tocar la puerta del CrossMediaLab de Utadeo, coordinado por el profesor Óscar Durán, quien de inmediato abrió las posibilidades narrativas para contar las historias de estas mujeres, a partir de la creación de un universo transmedia.

Es ahí cuando a esta causa se suman la egresada Daneisi Julied Rubio Rosero y la estudiante Angie Marcela Garay, ambas del programa de Comunicación Social – Periodismo de Utadeo, quienes hacen parte del CrossMediaLab. 

Desde ahí, afirma Daneisi, uno de los grandes retos fue traducir la información técnica que se tenía desde el derecho, a un lenguaje común, que no solo tuviera la posibilidad de hablar desde la cotidianidad sino mover las fibras y generar empatías a partir del relato.

De izquierda a derecha, Angie Marcela Garay, Daneisi Julied Rubio Rosero y Juan Pablo Uribe.

El trabajo inició en noviembre del año pasado, basado en varios ejes narrativos, entre los que se destacaron las razones por las que las mujeres entrevistadas delinquen y las maneras en las que las juzga la sociedad; a partir de los testimonios recolectados, lograron identificar que hay otro tipo de motivaciones y problemáticas que las llevaron a cometer estos actos, diferentes a las de los hombres, pero que a su vez también se les juzga por el papel que tienen en la sociedad, especialmente en el rol de madres.

Un segundo eje narrativo versó sobre el tratamiento penitenciario, al entender que no hay un enfoque diferencial de género en las cárceles que se aplique de manera positiva, como por ejemplo la crianza de los niños en las penitenciarías o la población LGBTIQ que se encuentra en esos lugares. 

Otro de los puntos cruciales, afirma Deneisi, fue reconocer cómo estas mujeres se vuelven a insertar a la sociedad, pues casi siempre, a través de talleres en temáticas de peluquería, cocina, diseño de interiores, etc., se les lleva a que tengan que asumir roles provenientes de una lógica patriarcal, que en muchas oportunidades no tiene conexión con el mundo laboral.

En cuarto término, también visibilizaron las maneras en las que estas mujeres se reconectan con sus familias, dado que, durante el tiempo de reclusión, su círculo más cercano también sufre en carne propia lo que les pasa a ellas.

En ese sentido, siguiendo las lógicas de la transmedia, cada historia se perfiló según el medio que la enriquecía más narrativamente, creando un ecosistema digital que enganchara a las personas que quisieran acercarse a estas comunidades. Fue así como a la página web como narrativa central se sumaron un canal de YouTube, contenidos sonoros en Soundcloud, redes sociales y apuestas artísticas que registran la cotidianidad de las protagonistas. 

“Más que decir que eran historias de mujeres privadas de la libertad, fue contar historias de personas que, como cualquier otra, se vieron envueltas en circunstancias que las llevaron a estar en prisión. Se trataba de mostrarlas sin etiquetas”, apunta Angie. 

Esperanza Bustamante es una de las protagonistas de este proyecto. Hacia ella, Deneisi y Angie tienen un sentimiento especial, pues fue su historia la primera y la que les abrió la puerta a otros relatos de mujeres privadas de la libertad. Bustamante es directora de la Corporación Corazón Humano, un espacio que ha permitido construir redes de apoyo al interior de los centros de reclusión. En el caso de Uribe, cuenta, esta historia en particular se convirtió en una 'montaña rusa’ de emociones, pues al escuchar su relato rio a carcajadas y lloró, pero también sintió nostalgia y rabia a la vez.  

La historia de Esperanza rompe todos los esquemas que estamos acostumbrados a escuchar sobre mujeres en prisión, pues ella tenía una buena posición social y económica, contaba con una empresa, pero infortunadamente se involucró con personas equivocadas y luego fue acusada de estafa”, menciona Daneisi.

Otra de las historias que conecta es la de Liliany Obando, quien militaba con las extintas guerrillas de las Farc y se convirtió en presa política; desde la óptica de la transmedia se cuenta la relación que tiene con sus hijos.

Pero, una de las historias que más ha impactado a Angie es la de Sebastián Campos, quien ha vivido la reclusión femenina, no solo en la prisión física, sino también atrapado en un cuerpo de mujer, siendo un hombre. Esta historia gira en torno a las luchas jurídicas y desde la salud mental que él ha tenido que librar, pero también en torno a romper los estigmas sobre la población LGBTIQ, al tiempo que se ve su faceta en familia, pues tiene cuatro hijos, ha adoptado y ha sobrellevado las adversidades.

Como estas, también se encuentran las historias de Jazmín Reyes, Lorena Acosta, Alejandra Ahumedo y de más mujeres que se van sumando a esta constelación de vidas que llevan a una constante expansión del universo transmedia, que también involucra a cada vez más actores, entre ellos colectivos, comunidades, organizadores, comunicadores audiovisuales y diseñadores que, al igual que los demás integrantes del proyecto, se han unido sin esperar nada a cambio, tan solo la mezcla de sonrisas y llanto de mujeres que parecen tener en este tipo de relatos su primera oportunidad de vida.

Estoy feliz de haberlas dignificado; tenemos audios de ellas recibiendo con lagrimas y emoción este producto, se sienten dignas, pues por primera vez alguien les ‘paró bolas’ a sus angustias, problemas, dificultades y carencias”, expresa Uribe con emoción, al tiempo que extiende una invitación a todos los colombianos: “quisiera que se metieran a la página, con tiempo, y que nos dieran la oportunidad de pelear con sus prejuicios, reencontrarse y tener una experiencia visceral”.

Esta satisfacción la comparte Daneisi, quien dice que el proyecto se convirtió en un puente para visibilizar a personas que anteriormente estaban invisibilizadas, pero también es un escenario en el que ellas pueden expresar sus dolores y problemáticas, para que otras personas se conecten con sus historias: “La Tadeo es una Universidad que tiene un compromiso social muy alto, al igual que la Universidad de Los Andes, su Grupo de Prisiones y la Clínica Jurídica; este es un trabajo que rompe los esquemas, al humanizar las historias y al entender que no somos ajenos y que creemos que desde la academia se pueden generar cambios”.  

“Queremos generar iniciativas colaborativas que puedan ser útiles para las personas que participaron en el proyecto, pero también para la población con la que estamos trabajando; queremos ser ese puente para generar iniciativas, actividades que beneficien a esta población en temas como emprendimiento y manejo de medios digitales”, precisa Angie, quien encontró en este proyecto una forma de cumplir su sueño de transformar las realidades de la sociedad desde lo micro, motivación que la llevó a formarse como comunicadora social.

El lanzamiento de la plataforma fue el pasado 30 de mayo y su acogida ha sido mejor de la esperada. Contra todo pronóstico, y sin importar edad, género o ideología política, las personas que se han conectado con esta narrativa la han recibido con los brazos abiertos y han cambiado sus percepciones frente a esta población carcelaria. Ahora, destaca Uribe, el gran reto será pasar de ser un movimiento de seguidores en la virtualidad a uno que genere espacios de participación ciudadana más allá de la red.

En todo caso, estas narrativas y el trabajo hecho por el Grupo de Prisiones en los últimos meses ya está dando sus frutos en materia de generación de política pública. Gracias al apoyo y trabajo mancomunado con la representante a la Cámara por Bogotá, Juanita Goebertus, se logró aprobar en tercer debate el proyecto de madres cabeza de familia en prisión, para que estas puedan sustituir su pena por un servicio de utilidad pública, y así puedan cuidar a sus hijos.

 

 

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Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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