La evaluación: ¿una salida facilista en medio de la incertidumbre?

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La evaluación: ¿una salida facilista en medio de la incertidumbre?

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La evaluación: ¿una salida facilista en medio de la incertidumbre?
Viernes, Junio 19, 2015
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Para Claudine Haroche, el hombre se ha obsesionado con el control y la cuantificación de todas sus acciones, dejando en el olvido a aquellas características del ser que no se pueden medir.
Fotos tomadas por: Laura Vega - Oficina de Comunicación.

En un mundo globalizado como el nuestro, la incertidumbre y lo inteligible son factores que deben ser reducidos a su mínima expresión. De ahí la tendencia del hombre por cuantificar y medir sus acciones como una justificación a lo que hace y dice. La evaluación es uno de esos mecanismos de medida, que en el marco de la sociedad de control y la evolución de las tecnologías, busca homogeneizar y normalizar cada una de las individualidades del ser. En tal virtud, dichas herramientas de evaluación son indiferentes ante las singularidades. Esto refleja por una parte, la necesidad del hombre por compararse con otros y estar en constante competencia y rivalidad. Pero por el otro lado es el síntoma de una sociedad marcada por la desconfianza, sentimiento que permea a las instituciones y al sujeto mismo, para quien la única prenda de compromiso es lo tangible, lo visible y controlable. Sin embargo, las herramientas de evaluación han olvidado que muchos de los actos de la vida son difusos, inaccesibles e imposibles de evaluar, dada la riqueza de estos saberes, los cuales exceden el tiempo y el espacio. Estos intersticios fueron el tema de debate en la conferencia llevada a cabo el 18 de junio en el Salón Oval de Utadeo, titulada “Lo inevaluable en la sociedad de la desconfianza”, impartida por la socióloga y antropóloga, Claudine Haroche, quien es Directora de Investigación del Centro Nacional de Investigación (CNRS) en Paris.

La profesora francesa insistió que a partir del nacimiento del positivismo, las áreas del saber se han visto limitadas debido a la cuantificación de los resultados, dejando en el olvido a todos aquellos saberes que no cumplen con ciertas categorías de clasificación. Al respecto, Haroche comenta que: “aparecen como el fondo, el segundo plano, ya sea lo lejano, el horizonte, lo indiscernible o lo intangible; también aparecen como objetos sin precio por su valor incalculable, raro o único: irrepetibles o irreemplazables, los cuales no dependen realmente del mercado. Claramente, existen cualidades, vínculos, acontecimientos que tienen un valor que no se puede evaluar, medir, cifrar: son inapreciables, inestimables, sin precio”.

Siguiendo a Simmel, Weber y Zarka, la conferencista mencionó que existe un profundo afán por codificar y cosificar a cada uno de los individuos, generando que gran parte de su ser sea ignorado o negado por la sociedad contemporánea, al tiempo que saberes provenientes de las llamadas “ciencias exactas” como las matemáticas, se convierten en las únicas disciplinas válidas y confiables. En ese sentido, lo medible trata de volver al mundo más trasparente; sin embargo, es en el territorio de lo íntimo, lo visceral y la singularidad donde se desprende gran parte del ser, y que por lo tanto, al ser intrínseco de cada personalidad, se hace imposible evaluar: “la evaluación rechaza y caza lo inevaluable que supone cierta confianza, requiere un margen de libertad y de iniciativa que puede disimular la insumisión, la capacidad de resistencia, de rechazo y hasta de rebelión. La evaluación lleva a suprimir el examen crítico en nombre de la eficacia, la adaptación y la innovación”, acota Haroche.

Estos avatares generan personalidades sumisas, maleables, conformes y adaptables a los objetivos previamente fijados, mientras que los individuos reactantes son tachados por el sistema financiero, económico y político, mediante la descalificación pública y el asilamiento. Por su parte, el deseo narcisista del individuo siempre hablará de superar a los demás y hallarse a salvo de los otros.

A pesar de ese panorama, Haroche propone que el encuentro consigo mismo es una de las alternativas ante el proceso de evaluación continua: “lo inevaluable permite la libertad de pensar, de imaginar, de inventar: en otras palabras, permite lo imprevisto, lo inédito. Permite escapar al pensamiento estrecho, al espíritu sectario, a la mentalidad tribal en el ejercicio y la experiencia del pensamiento”, menciona la experta.

Evaluar lo “inevaluable”: un debate de largo aliento

Posterior a la ponencia de Haroche, el profesor Carlos Sanabria, Representante de los profesores ante el Consejo Directivo de Utadeo y Gabriela Delgado, Directora de Fomento a la Investigación de Colciencias, discutieron acerca de las metodologías de evaluación en la investigación.

Delgado argumentó que si bien la postura humanista y filosófica de Haroche contribuye a ampliar la visión sobre la evaluación, esta herramienta de medición es de vital importancia a la hora de distribuir recursos presupuestales y realizar la medición de los grupos de investigación. Sin embargo, no se trata de ver quién es mejor que el otro, sino más bien un ejercicio de autoevaluación en el que se verifican los cumplimientos. Frente a la postura de Haroche, Delgado aseguró que a la ciencia e investigación colombiana aún le falta madurar, puesto que la evaluación no debe entenderse como una actividad de juzgamiento sino de identificación consigo mismo.

Sin embargo, otorgar un valor a algo desde la postura subjetiva de cada ser puede ser riesgoso: “es muy difícil pensar que las comunidades académicas estemos exentas de malas prácticas y pensar en que no haya evaluación sino simplemente exista una relación basada en la confianza, en los postulados y en lo que auto declaren las personas” destacó Delgado. Por lo tanto, según resalta la funcionaria de Colciencias, lo que se busca con la evaluación es encontrar unos mínimos de normalidad, en los cuales la labor del investigador pueda trascender en esa guía a los estudiantes. En este proceso, se trata de buscar las potencialidades de cada individuo, a partir del auto reconocimiento, es decir, la forma como cada investigador desea hacerse visible.

Para Sanabria, el punto central de discusión es “cuáles son las posibilidades de la evaluación en una sociedad de la desconfianza y también cómo se puede de alguna forma promover la confianza en una sociedad que necesita hacer evaluación para la gestión de presupuestos”. Para ello, el profesor manifiesta que debe darse un equilibrio entre la definición de unas formas de evaluación a utilizar para ver los avances, pero al mismo tiempo explorar las posibilidades más auténticas de la confianza en la administración de recursos y el empeño académico de los investigadores.

Retomando a Haroche, el profesor comenta que es a través de la transparencia en los procesos administrativos e investigativos, así como la creación de una comunidad de conocimiento no instrumentalizado ni utilitario, sino holístico y vivencial: “ser creativo en las artes, ser innovador en la empresa, proponer avances en la ciencia, todas son experiencias totalmente válidas” argumenta Sanabria.

En el debate también participaron los profesores asistentes. Algunos de ellos comentaron que los acercamientos de Haroche presentan ciertos vacíos, entretanto se plantea el problema pero no se ofrece una solución concreta frente a un posible reemplazo de las herramientas de evaluación. De igual forma, se discutió acerca de los mecanismos de medición como una salida inmediata a la relación entre la cuantificación y la construcción del conocimiento.

El evento fue organizado por el Departamento de Humanidades de la Universidad,  la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y la Red Colombiana de Mujeres Científicas.

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