El sentimiento de la fluidez

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El sentimiento de la fluidez
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Lunes, Julio 16, 2018
Gustavo Vejarano ha basado su obra en la primera célula, en la representación del Origen. Su gestión como artista ha permitido, también, el nacimiento de un nuevo núcleo del arte en el centro de la ciudad.

Los Estudios de la 22 están ubicados al costado occidental del Teatro Bogotá. Se trata de un edificio antiguo y elegante, de muros macizos y piso de granito. Las escaleras iluminadas y silenciosas condujeron hacia la única puerta abierta del tercer piso, el taller del maestro Gustavo Vejarano.

Gustavo Vejarano es un reconocido pintor y escultor colombiano, vivió casi la mitad de su vida en París y hace 16 años llegó de nuevo a Colombia. Su obra ha estado exhibida en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, el Museo Nacional de Colombia y la Biblioteca Luis Ángel Arango; también en Paris, San Juan de Puerto Rico, Milán, Bruselas, Ámsterdam, Hamburgo, Ciudad de México, Mónaco, Londres, Madrid, Berlín y Nueva York. 

 

Estudios de la 22

 

A pesar de su amplia trayectoria, el maestro Vejarano conserva un espíritu tranquilo y sencillo. Ha basado su obra en la primera célula, en el primer núcleo del mar original; una sola forma que representa el origen, la vida y el sentimiento de fluidez.

Gustavo es el creador del Distrito de Artistas del Centro de Bogotá y del Circuito de Talleres Abiertos. Llegó hace 6 años a este taller y encontró decenas de artistas que, como él, ven en el Centro un lugar auténtico, en donde el artista tiene todo a la mano.

 

 

Además de visibilizar a los artistas y ser una ventana de negocio, la iniciativa de abrir los talleres busca conectar al espectador con el arte y el proceso creativo. “Cuando tú vas a una galería, no puedes ver todos los ensayos que uno hace, todas las experimentaciones, todas las búsquedas. No, tú ves la obra escogida. En cambio en el taller, todas son maquetas, estructuras, obras de diferentes épocas”, asegura Vejarano.

Con la luz de la tarde en el rostro, escoltado por decenas esculturas en cartón y pinturas que antecedieron a la obra finalizada, Vejarano compartió sus ideas sobre el arte, la vida y las implicaciones de ser un artista del centro de Bogotá. 

 

¿Qué es lo más estimulante de compartir el centro de la ciudad con otros artistas?

A pesar de que somos artistas de diferentes edades, uno se conecta a través del arte. Llevo más de 45 años pintando, pero sigo buscando, investigando y no considero que haya llegado a alguna parte.

Para crear es necesario generar una especie de tensión interior entre ese deseo -ese flujo que impulsa a crear, buscar, comprender- y la resistencia que hay con los medios, con el lenguaje y con las materias.

Ya no soy tan individualista, me gusta lo que hacen ellos, su trabajo completa mi propia obra. Yo voy a sus talleres y veo cosas que a mí me hubiera encantado hacer. Ver a mis compañeros trabajar cosas que me encantan, me libera de tener que hacer eso, y así puedo volver a mi propia obsesión.

Yo los veo y pienso que esto es una lucha, día a día le toca a uno confrontarse, cuestionarse, encontrar un nuevo lenguaje. Verlos a ellos en esos procesos es muy gratificante.

 

 

¿Cuál es la importancia del taller para los artistas?

El nivel sutil, el de las Ideas, es importantísimo. Pero definitivamente necesitas un espacio en donde puedas realizar el trabajo. La creación de la obra es como una conversación, al interpelar al otro se descubren ideas y pensamientos. Entonces, yo tomo una tela, no tengo idea qué voy a hacer ahí, echo una mancha, no me dice nada; otra, nada. Cambio de tela. Trabajo en total 10 telas. Al otro día llego por la mañana y miro, y hay una que me dice algo, veo que necesito un color o una forma, y entonces se establece un diálogo.

Necesitamos un taller porque trabajamos con materiales. Yo, por ejemplo, hago esculturas en hierro. Cuando trabajas con el hierro es muy emocionante, es como amaestrar algo que es indómito y es duro, difícil y resistente. El taller se vuelve como una especie de pequeño templo, allí aparecen todas las imágenes que te nutren.

Los artistas somos artistas porque queremos ver lo que imaginamos y en el proceso de ver lo que imaginamos descubrimos cosas maravillosas.

 

 

¿Cómo ha sido la relación de los ciudadanos con el arte?

Yo creo que la gente ama el arte. El arte se ha vuelto tan distante, tan lejano, como si fuera una vaina elitista. Imagínate una sociedad sin arte, sin literatura, sin música, sin danza, sin pintura, sin poesía, sería la tristeza total. Imagínate ir a trabajar, a producir cosas que sirven un mes, dos meses y después hay que botarlas y comprar otras.

En cierta forma el arte es como el perfume de los seres humanos. Todos los seres humanos necesitamos crear, ya sea como ingenieros, abogados o médicos, es inherente, es lo que nos diferencia de los otros seres que habitan este planeta.

Somos creadores de objetos y eso nos hizo evolucionar como seres humanos. Esos primeros artistas son unos genios, pintando esos bisontes.

 

 

¿Cuáles son los retos que enfrentan los artistas en Colombia?

Uno de los problemas es que en la educación le damos demasiada importancia a nuestro intelecto, pero le quitamos mucha importancia a nuestro sentir.

Yo creo que tú eres artista porque no puedes hacer otra cosa, simplemente. Yo empecé a pintar a los 17 años y a los 22 tenía hijos. Mi mujer me decía: ‘pinte bodegones a ver si se vende’, y yo estaba pintando unos monstruos porque estaba en mi proceso de sanación, porque el arte es una forma de sanación.

Aquí a la gente no la educan artísticamente. Los grandes problemas que tenemos en nuestro país se deben a que nuestra memoria es muy mala. Hay una cantidad de políticos que no merecían ser reelegidos. Somos un pueblo muy pobre.

Vayan al Museo del Oro, allí está la riqueza de los pueblos autóctonos de acá, ellos sí tenían un sentimiento del arte enorme. Yo creo que el arte hacía parte de su vida diaria, no como nosotros que lo vemos como una cosa ahí encerrada entre museos. 

El arte debería ser parte intrínseca de toda la formación, porque el arte te enseña a mirar, a sentir, a conocerte, a ser una mejor persona. Cuando eres capaz de apreciar la belleza, de expresar tus sentimientos, de escuchar música y emocionarte, eso te hace una mejor persona.  

 

 
 
Por: María Alejandra Navarrete

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