“No me llames cowboy”, una radiografía a los hijos del llano, de la tadeísta Nathalia Angarita
Una mirada silenciosa al corazón de la ganadería en Casanare, que nos permite trasladarnos y ser testigos en primera persona de lo que significa ser llanero en esta región del país, es la visión que nos presenta el fotorreportaje de la estudiante de la Tecnología en Producción de Imagen Fotográfica de Utadeo, Nathalia Angarita, publicado recientemente en el portal de Semana Rural.
“No me llames cowboy” es un homenaje al movimiento y a la técnica fotográfica, pero también lo es a la labor que, durante generaciones, ha caracterizado a los fieros habitantes del oriente colombiano.
Tras dejar de ser un departamento eminentemente petrolero, Casanare tuvo que reinventar su economía para transformarla en el turismo de la naturaleza, aspecto en el que es potencia, así, curiosamente, no posea en su territorio ningún parque nacional.
La tadeísta acompañó por cuatro días las labores de los trabajadores del hato ‘La Colonia’, ubicado en el corregimiento de Caño Chiquito, en Paz de Ariporo, a 40 kilómetros de Yopal. Con más de 1.000 cabezas de ganado de cría, de levante y ceba, ofrece un inmejorable escenario para plasmar a esos hijos del llano, a los que por la ignorancia muchas veces se les denomina “cowboys”.