Las noches que Marquetalia no durmió

Los libros de historia de Colombia anotan que la “República de Marquetalia” era un territorio en la vereda Gaitania en el municipio de Planadas, en el departamento del Tolima, y que sirvió de cuna de expansión de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), una de las guerrillas más recordadas del hemisferio occidental. A más de 260 kilómetros, al norte de este punto, se encuentra otro Marquetalia, esta vez se trata de un municipio del departamento de Caldas que ha cargado el lastre de tener el mismo nombre de uno de los lugares más emblemáticos de la guerra en el país.

En Marquetalia se respira café, enclavado en las montañas del oriente de Caldas. Su área urbana es pequeña y atravesada por una sola calle que sirve de vía principal para todo tipo de transporte. Fundado por colonos antioqueños y erigido municipio en 1924, es una tierra de hombres recios, con herencia de arrieros, criados para trabajar el campo y moverse por los difíciles caminos de la cordillera central. Es de tradición conservadora, allí la Iglesia Católica ha sido protagonista de su historia y todavía las señoras asisten a misa ataviadas de una mantilla o velo en su cabeza. A grandes rasgos, un escenario difícil para que una mujer se alzara como líder y dejara su marca en la política a finales del siglo XX y principios del XXI.

Eso no fue impedimento para Rubiela Hoyos de Pineda, elegida dos veces alcaldesa por votación popular. Pionera de luchas sociales y curtida en los terrenos electorales. En los primeros años del nuevo milenio se consolidaba no solo como una líder de su pueblo, sino que empezaba a configurarse como un fenómeno político de escala regional y departamental. Caldas, bajo el dominio del llamado yepobarquismo, y con el poder concentrado en el palacio de la gobernación y en el Club Manizales, veía cómo en el oriente una mujer caminaba trochas y recorría veredas buscando votos. Pero en su camino se atravesó el conflicto al mando de otra mujer, Elda Neyis Mosquera García, conocida también como “Karina” o “Nelly Ávila Moreno”.

 

Alcaldía municipal y calle principal de Marquetalia, Caldas. (Foto: Jairo Andrés Vargas)

De acuerdo a documentos del extinto Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), Karina ingresó a las FARC, con aproximadamente otras 150 personas, el 3 de septiembre de 1984 en el municipio de Apartadó, en Antioquia, haciendo parte del frente 5 de esa guerrilla. Luego de años de entrenamiento y de haber sido herida en varias oportunidades en combates con el ejército, Karina toma el mando del frente 47 de esa organización el 29 de abril del 2000. Esa facción guerrillera tenía como área de operaciones el sureste antioqueño y el oriente de Caldas.

Según Rodolfo Escobedo, experto en temas de conflicto y orden público, la región había tenido influencia desde las primeras estrategias de expansión de las FARC en la década de los 60, con el frente 4, del que se desprendería el 9 y este daría nacimiento al 47. Mientras estuvo al mando, aproximadamente por dos años y medio, Elda Neyis fue responsable, entre otras acciones, del lanzamiento del Movimiento Bolivariano en el municipio de Nariño, Antioquia y de la toma del corregimiento de Arboleda en el municipio de Pensilvania, en Caldas. Según el informe ¡Basta Ya! del Centro Nacional de Memoria Histórica, en el año 2002, las FARC hacían presencia en 622 municipios – el 60% del país- y contaban con cerca de 28.000 combatientes, agrupados en 62 frentes.

Rubiela Hoyos de Pineda. (Foto: Archivo familiar)

“Karina la llamaba y le decía que ella era objetivo militar. Por lo menos un año antes de su muerte la estuvieron llamando, ella se cuidaba mucho al salir a las veredas. Las autoridades la dejaron sola, nunca tuvo protección de parte del Estado. Estaba haciendo campaña para la Cámara de Representantes, iba a ser congresista. Recuerdo que la tarde del 8 de febrero de 2002 estábamos acá en el pueblo, me comentó que iba para una reunión en El Vergel. Ya estaba anunciada la reunión por emisoras y decían que iba a ser en la escuela. Me dijo que la acompañara, pero no pude, tenía labores por hacer porque trabajo con la Dirección Territorial de Salud de Caldas. Después del medio día salió para allá, pero resulta que en El Vergel ya estaba la guerrilla, pero como no había celulares nadie se pudo comunicar. Había una cabina de Telecom, pero la guerrilla cerró todo. Si ella hubiera sabido, obvio que no va”, cuenta Óscar Hoyos, uno de los doce hijos del matrimonio de Lelio Hoyos y Edilma Loaiza, del cual Rubiela era la segunda hija.

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Rubiela Hoyos nació en San Antonio, Tolima, el 25 de agosto de 1957. Fue miembro activo de la sociedad de Damas Grises de la Cruz Roja y de la Sociedad de Mejores Públicas por más de veinte años; concejal durante dos periodos consecutivos, presidenta de dicha corporación, primera mujer representante del Comité de Cafeteros local y en 1992 se convirtió en la primera mujer alcaldesa del municipio, elegida por voto popular. Distinción que repetiría en el periodo 1998 – 2000. Era casada con el también líder político Javier Pineda (q.e.p.d.), unión de la que nacieron sus hijas Diana y Carolina.

“El único pecado que tuvo doña Rubiela fue servirle a la gente y a la comunidad. Precisamente por una inversión que ella realizó en el corregimiento de Santa Elena, ese día, ya siendo exalcaldesa, fue a pagar una multa a la tesorería, que era donde yo trabajaba en ese entonces. Desafortunadamente ese día no me encontraba porque estaba enferma y no la pude ver, y no pude darme ese abrazo cariñoso con ella, porque durante su mandato y durante toda su vida, en lo que recordamos y seguiremos recordando, era una alcaldesa que entraba y saludaba”, la voz de Lucila Castillo, funcionaria de la alcaldía de Marquetalia, se entrecorta y deja la frase en el aire, las lágrimas invaden sus ojos y no puede continuar.

 

Rubiela Hoyos de Pineda en un acto público. (Foto: Archivo familiar)

“Ella llamaba cada mes a la persona más necesitada de cada vereda, hacía convites con la misma comunidad y llevaba los materiales que ponía el municipio. Después reunía la gente y en un solo día construían una casa para una familia necesitada. Esa fue una de las cosas que más la impulsó a ella desde su primera alcaldía porque a usted le hacen una casa y se gana a toda una familia”, dice Noé Osorio, que trabajó como conductor del municipio.

Luego de pagar la última cuota de una multa por más de dos millones de pesos, impuesta por los organismos de control por destinar recursos de otros rubros para la construcción de una capilla en el corregimiento de Santa Elena, Rubiela Hoyos tomó la vía que conduce hacia Victoria, para luego desviarse por un camino pendiente y destapado hacia la vereda El Vergel, en la actualidad, a unos treinta minutos del casco urbano de Marquetalia.

Sin embargo, justo antes de salir del municipio, en una estación de combustible, el carro en que se transportaba paró a tanquear. Testigos afirman que la abordó Luis Fernando Herrera Gil, alias “Memo”, cabecilla paramilitar de la zona y le ofreció custodiarla en su desplazamiento, pero ella se negó. Para ese entonces Marquetalia era “propiedad” de las Autodefensas del Magdalena Medio, del bloque adscrito a Ramón Isaza.

 “Cuando ella llegó al caserío ya había gente encapuchada y armada ahí, y de una la cogieron y se la llevaron a ella y al doctor Gustavo Duque. Supuestamente no había tantas personas, sino tres o cuatro con fusiles, pero usted sabe que a uno lo intimidan hasta con una navaja. Rubiela iba adelante y de una la cogieron, le dijeron: ‘Doña Rubiela, acompáñenos’, y se la llevaron hacia la escuela. El doctor Gustavo Duque venía atrás de ella y alcanzó a ver que se la llevaban, alguien le dijo, ‘métase a esta casa’, y él se metió en una vivienda. Investigaron con quién más venía y empezaron a buscarlo, él se escondió detrás de esas casas, de esos cafetales y se voló. El hombre duró muchas horas caminando, hasta que salió a la vía y él fue el que avisó: ‘A doña Rubiela la secuestró la guerrilla’, cuenta Óscar Hoyos, hermano de la víctima.

Escuela de la vereda El Vergel, donde fue retenida Rubiela Hoyos. (Foto: Jairo Andrés Vargas)

Las FARC empezaron a hacer presencia en el Oriente de Caldas desde los años 80. La primera incursión guerrillera a un municipio del departamento ocurrió el 13 de septiembre de 1983 en Victoria, de acuerdo a informaciones del periódico La Patria.

El libro La territorialización de la memoria en escenarios de posconflicto, Caldas 1990 – 2015 de la Universidad de Caldas, señala que las crisis cafeteras a finales de la década de los 80 propiciaron el asentamiento de las guerrillas en el departamento, en especial en el Oriente. La baja en los ingresos de los campesinos hizo que muchas de sus tierras fueran aprovechadas por las FARC para la siembra de cultivos ilícitos.

Mientras tanto, los paramilitares también hacían su incursión, lo que generó una pugna por el control de territorios. Las partes planas o bajas como La Dorada, Victoria y Norcasia eran influencia del bloque Magdalena Medio, que para los años 2000, era comandado en estos municipios por Klein Jair Mazo Isaza, alias Danino o Melchor; mientras tanto Marquetalia, Manzanares y algunos corregimientos de Pensilvania fueron zonas que poco a poco le arrebataron a la guerrilla, que tenía su asiento en las terrenos montaña y selváticos de Samaná, Pensilvania, y más hacia el occidente, Aguadas, por el que hacían tránsito hacia otros municipios de Caldas, Risaralda y el Chocó.

Uno de los hechos con que esta guerrilla mostró su poder en el territorio, ocurrió el 11 de junio de 1995, cuando según el periódico El Tiempo, una columna guerrillera atacó a bala la comitiva oficial de Ricardo Zapata Arias, gobernador de Caldas en ese entonces, en el corregimiento de Pueblo Nuevo, en Pensilvania.

“Nosotros, prácticamente, fuerza pública no teníamos, teníamos solo unos policías en el área urbana y llevábamos un año y medio de una avanzada paramilitar de la zona del Magdalena Centro hacia arriba, para esa época ya habían pasado Marquetalia, ya había presencia en Manzanares, en Bolivia, San Daniel, en zonas de Pensilvania. Creo que para ese momento ya se había montado una base militar en Pensilvania, no sé si la de Cañaveral estaba funcionando todavía, puede que hubiera soldados campesinos cerquita, pero nada de eso era óbice para que los paramilitares no pasaran. Se fue dando que de la Miel para acá era paramilitar, y de la Miel para allá era guerrilla, a eso se vio expuesta nuestra gente”, cuenta Hugo Hernán González, alcalde Marquetalia en el momento del secuestro de Rubiela Hoyos y posteriormente Representante a la Cámara por Caldas.

Camino detrás de la escuela de la vereda El Vergel por donde fue conducida Rubiela Hoyos, al fondo el cañón del río La Miel. (Foto: Jairo Andrés Vargas)

“Fuimos a la alcaldía en la mañana y le dijimos doña Rubiela, vea, estas familias quedaron desamparadas porque hubo un vendaval y dejó las casas sin techo, y a las once de mañana ya estaban las ayudas, eso habla muy bien de ella”, relata Jesús Ernesto Castro Cuartas, habitante de la vereda El Vergel y vecino de la escuela donde fueron retenidos los pobladores. Ernesto dice que fue la última persona que habló con Rubiela antes de ser conducida por los guerrilleros de las FARC hacia las faldas del cañón del río la Miel, para posteriormente cruzarlo y ascender hacia la vereda Limones en Samaná, donde la tuvieron retenida en varias casas esa primera noche. “Doña Rubiela me dijo: ‘Don Ernesto, acompáñeme’, y yo le dije que no podía”.

Jesús Ernesto Castro, habitante de la vereda El Vergel, y quien dice haber hablado con Rubiela Hoyos antes de ser llevada por guerrilleros del frente 47 de las FARC. En su casa conserva un retrato de la exalcaldesa. (Foto: Jairo Andrés Vargas)

Rubiela Hoyos era una mujer de una belleza imponente. Donde llegaba llamaba la atención porque casi siempre tenía su cabello liso y vestía con bolsos y botas, sin embargo, en el momento en que fue secuestrada, los guerrilleros pidieron a una de las mujeres que acompañaban su comitiva, que cambiara de calzado con ella y le pasara unos tenis, pues a partir de ahí debía empezar a caminar por empinadas trochas. A pesar de la situación, la exalcaldesa se mostraba optimista y manifestó que volvería más tarde, que iba a una entrevista con Karina, pues los guerrilleros anotaron que venían en representación de su cabecilla. En el recorrido encontraron a Geimar Buitrago, “Juanina”, montado en un caballo, pues tenía una finca en la zona, y sus captores le pidieron que le pasara la bestia a Rubiela, pues ella iba para lejos.

La noticia del secuestro de la exalcaldesa se regó como pólvora en Marquetalia, la comunidad se movilizó en masa para pedir la liberación de su líder. La calle que conducía a la casa de Rubiela recibió una multitud, que durante los dos días que duró su secuestro, prácticamente no durmió. Los rosarios, las oraciones y las plegarias colectivas se elevaban al cielo sin descanso. Al día siguiente, el sábado, se realizó una marcha para clamar por su liberación, y el domingo, cerca al medio día, en otra manifestación que culminaba con una misa, llegó la trágica noticia que hizo del pueblo un solo lamento.

Noticia en el periódico La Patria de Manizales. Hemeroteca biblioteca Luis Ángel Arango.

“Recibí una llamada de un señor que manejaba una chiva en Samaná: ‘Doña Rubiela está tirada en la carretera, en la vereda tal’. Llegamos allá y le dijimos a la policía que nos acompañara a la vereda Limones a confirmar si había un cadáver, pero nos dijeron que no podían porque esa era zona guerrillera. Fuimos a la Defensa Civil y tampoco, en los bomberos nos dijeron que había salido un carro para allá porque había unos heridos. Llegamos a la vereda y vimos el carro de bomberos levantando un cadáver, cuando mi hermano y yo nos acercamos abrimos una puerta del carro y vimos un señor herido, nos volvió el alma al cuerpo porque no era ella. Pero un bombero nos hizo señas para que miráramos al otro lado, y ahí estaba el cadáver de mi hermana. En la morgue de Samaná llamó mi sobrina y me dijo: 'Tío, mi mamá está viva, nos acaban de llamar a pedir un rescate por ella', y le respondí: No mami, a su mamá la tengo aquí, páseme a su papá”.

El cadáver de Rubiela tenía una misiva dirigida a Hugo Hernán González, firmada por el frente 47 de las FARC y que anotaba que el entonces alcalde iba a correr con la misma suerte. Rubiela salió a las seis de la mañana de una casa de la vereda Limones, en la que había pasado la noche custodiada por dos guerrilleros. Cinco minutos después de haber iniciado su marcha, se escucharon los disparos que acabaron con su vida. A las seis de la tarde, el cuerpo de la exalcaldesa hizo su ingreso a Marquetalia, y quienes acompañaron la caravana del carro de bomberos en el que fue trasladada desde Samaná, recuerdan que incluso antes de llegar a la vereda Cañaveral las banderas y los pañuelos blancos se empezaron a mostrar en la carretera, era la forma de los campesinos de manifestar su cariño y pedir paz en la región.

Portada del periódico La Patria con la noticia del asesinato de Rubiela Hoyos de Pineda. (Hemeroteca biblioteca Luis Ángel Arango)

Edilma Loaiza, madre de Rubiela, dice que los recuerdos del asesinato de su hija son muy dolorosos. Sin embargo, anota que perdona a los que perpetraron este crimen porque con desearle mal a alguien no la va a revivir. Dice que la persona que la entregó es de la zona y que luego pasó unos panfletos pidiendo perdón por el hecho, no obstante, no conoce su identidad.

Rubiela fue despedida no solo por su pueblo sino por toda la región, autoridades del orden departamental y nacional acudieron a sus honras fúnebres que fueron realizadas al aire libre en la plaza padre Antonio María Hincapié. Para ese momento, Marquetalia recordaría que el entierro de la exalcadesa, solo era comparable en asistentes, precisamente, con el del presbítero de quien esa plaza toma su nombre. El sacerdote, líder cívico del municipio, falleció el 10 de enero de 1993, y según la familia Hoyos Loaiza, fue una de las personas que impulsó a la exalcaldesa hacia el trabajo social.

Cubrimiento de la noticia el en periódico La Patria. (Hemeroteca biblioteca Luis Ángela Arango)

 

“A excepción de la matanza de La Italia y dos fenómenos entre el 75 y el 85, en Marquetalia había relativa calma hasta que hizo su incursión el fenómeno paramilitar. Porque la guerrilla hacía tránsito por la zona, pero nunca hizo acciones contra los marquetones. El asesinato de Rubiela partió la historia de Marquetalia en dos, porque posterior a eso los paramilitares hicieron mucho daño y, en el área donde fue secuestrada, asesinaron a mucha gente inocente tratando de vengar su muerte. A los de Samaná y Marquetalia, dos pueblos hermanos, nos declararon enemigos”, comenta Rubelio Carmona.

Uno de los grandes legados dejados por Rubiela Hoyos durante sus administraciones, fue la capacidad de unión y la solidaridad colectiva para afrontar retos, como la construcción de casas para familias vulnerables y para encarar tragedias como comunidad.

Plaza principal de Marquetalia donde se realizó la misa para despedir a Rubiela Hoyos. (Foto: Jairo Andrés Vargas)

“La figura de doña Rubiela Hoyos va a permanecer en la memoria del pueblo siempre. En una época en el que el papel de la mujer se guiaba mucho al espacio privado, al espacio de la casa, al cuidado de los hijos, el hecho de que sea una mujer la que se posicione políticamente de manera diferente y trascienda el espacio de lo doméstico a lo público, es un corte en la historia de Marquetalia. Eso, social y culturalmente, genera un impacto grande porque de lado de doña Rubiela empiezan a haber otras mujeres que ven esa posibilidad, que el espacio político no es un asunto diseñado exclusivamente a la figura masculina”, afirma Diana Carmona, doctora en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud y docente de la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Caldas.

Bóveda donde reposan los restos de Rubiela Hoyos y su padre en el cementerio municipal. (Foto: Jairo Andrés Vargas)

Rubiela Hoyos de Pineda, todavía, al mejor estilo de las épocas en las que pronunciaba vibrantes discursos políticos en plaza pública, se hace sentir en Marquetalia. Algunos aseguran que, si su vida no hubiera terminado, su meteórica carrera la hubiera llevado, siempre con las banderas del partido Conservador, a ocupar un cargo en el Congreso de la República, a ser gobernadora de Caldas o ministra.

 

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Esta historia hace parte del especial "Cuando en los tiempos de la violencia: historias de guerra , vida y resistencia en el oriente de Caldas" producido por el CrossmediaLab

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