La enseñanza en grupos grandes: ¿Una tarea titánica?
¿Cómo optimizar los tiempos y generar vínculos entre profesor y estudiante cuando se manejan grandes grupos? Esta apuesta puede convertirse en una situación desgastante para el docente, pero para Natalia Ronderos, jefe de la Oficina de Desarrollo Profesoral de Utadeo, y Heidi Parker, diseñadora instruccional del Centro de Excelencia Instruccional de la Universidad de Purdue, esta situación es toda una forma de aprendizaje y desarrollo para ambas partes.
De acuerdo con Ronderos, el manejo de grupos con un gran número de estudiantes es un proceso que se viene trabajando en Utadeo desde julio de 2015. El reto principal en estos casos es cómo responder a las diversas dinámicas de los estudiantes, en la medida que mientras algunos prestan atención, otros duermen o chatean en sus dispositivos móviles. La gran incógnita en ese sentido es cómo cautivar y mantener interesados a cada uno de los estudiantes. Como parte de tal estrategia se deben considerar los tiempos de preparación y coordinación, al igual que los textos sugeridos por el docente se deben convertir en una excusa para que los estudiantes resuelvan sus problemas cotidianos.
Por su parte, para Parker sí es posible cautivar a esta clase de grupos, entretanto se acuda a la retroalimentación constante (peer feedback), y con ello, el estudiante toma responsabilidad frente a su proceso de aprendizaje. De igual manera, el educador puede acudir a herramientas como las evaluaciones selectivas, actividades en grupo o solicitar que los estudiantes escriban sus dudas o un resumen sobre los aspectos abordados en clase, posteriormente se leen con el fin de identificar las dificultades de aprendizaje, y como último paso, realizar preguntas con un mayor nivel de conexión, donde se invite al estudiante a pensar sobre qué le aporta este conocimiento a su vida diaria. (Conozca cómo cautivar al estudiante, a través de la clase sobre justicia social, impartida por el profesor Michael Sanders).
Parker señaló que la ambigüedad en los temas de clase, el poco interés del profesor por entablar una relación de cercanía con sus estudiantes, centrar la atención en un solo grupo o realizar preguntas poco adecuadas para el nivel de desarrollo de la audiencia, son algunas de las causas por las cuales los estudiantes se desinteresan.
Finalmente, la expositora sugirió que algunas de las estrategias para mitigar estas problemática son: darle la oportunidad a los estudiantes de crear el material de clase, incentivar a los estudiantes a que piensen en una pregunta individual, que luego puedan compartir con sus pares. Por último, trabajar en espacios como las aulas colaborativas que acaban de inaugurarse en Utadeo.
La magia de cautivar al estudiante también es posible en grandes grupos
La anterior afirmación la han demostrado con creces los profesores de la Universidad de Purdue, Animesh Aditya e Ilana Stanerbaker, quienes compartieron con los docentes de Utadeo cómo la innovación pedagógica les ayudó a generar sesiones magistrales de alto impacto para sus estudiantes. Tal ha sido el éxito de “Impact Project” que Stanerbaker asesora a los profesores sobre manejo de grandes grupos.
El caso de la profesora Ilana, quien orienta la asignatura de Estrategias de información para negocios fue bastante particular, dado que pasó de trabajar con un grupo de 40 estudiantes a impartir su cátedra a 500 personas. Como lo relata la docente, “no queríamos un salón magistral sino mantener la experiencia colaborativa”. Este cambio lo logró a través de cuatro fases: planeación, automatización, búsqueda de nuevos espacios y apoyo.
El proceso realizado por Stanerbaker se basó en la metodología del aula invertida, donde antes de clase se proponía un video tutorial a los estudiantes. Posteriormente, se discutía sobre la temática, se realizaba un quiz y se evaluaba la aplicación de los conceptos en una problemática concreta. En ese sentido, las clases presenciales se convertían en espacios de debate de los conceptos, más no en una revisión de las lecturas, generando mayor participación y competitividad en los estudiantes.
Frente a este experiencia, la docente mencionó que “es un reto para los estudiantes, debido a que usualmente venían a clase a dormir, mientras que ahora se les ofrece una nueva experiencia de aprendizaje”. El primer curso, que se realizó en 2013, superó las expectativas de los estudiantes, a tal punto que muchos de ellos desean continuar con este método de enseñanza para el resto de sus carreras. De igual forma se comprobó mayor eficiencia en el trabajo en grupo y la cooperación.
De igual manera, el caso del profesor Animesh, quien imparte la cátedra de Química Orgánica, es muy similar, puesto que actualmente su grupo consta de 250 estudiantes, quienes asisten a esta asignatura durante dos semestres como un requisito para obtener su titulo de químicos farmacéuticos o médicos. Tras la puesta en marcha de su innovación pedagógica, las tasas de deserción han disminuido. Su secreto: incorporar asignaturas estructuradas donde se resuelven los problemas en clase, al tiempo que se aclaran y corrigen los conceptos erróneos.
Dado que uno de los mayores retos para el profesor es el tiempo, Aditya ha implementado el aula invertida en una de cada seis sesiones: “nosotros no queremos que los estudiantes memoricen un problema, sino más bien el proceso que se lleva a cabo para resolverlo. Enseñar no es solo dar una clase magistral, sino ofrecer espacios extra curriculares de participación”. Como el propio docente lo ha experimentado, luego que los estudiantes se acostumbran al modelo pedagógico, logran resolver mejor los problemas y comprenden mejor las lecturas.
