Un viaje por la elipsis de Rulfo: su vida y obra como vacío interpretativo
“Nosotros paramos la jeta para decir que el llano no lo queríamos. Que queríamos […] la tierra buena. No este duro pellejo de vaca que se llama Llano”. Fragmento de “Nos han dado la tierra” de Juan Rulfo.
Con esta sentencia, tomada del cuento “Nos han dado la tierra” de Juan Rulfo, David Albarracín, filólogo clásico, magister en Dificultad del aprendizaje, profesor de literatura y lectoescritura, resalta el valor histórico de la obra del escritor mexicano y las similitudes de los sucesos de su narrativa con el contexto colombiano. Apropiando lo dicho por Rulfo, Albarracín nos cuenta, que la gran novela latinoamericana va a seguir hablando de pobreza y de carencias mientras los escritores y el pueblo no tengan resueltas sus necesidades fundamentales.
Albarracín titula su conferencia “La elipsis en la obra de Juan Rulfo”, como parte del ciclo en homenaje al literato nacido en Jalisco, organizado por el Departamento de Humanidades, la Biblioteca y el Centro de Arte y Cultura de Utadeo.
Rulfo le da voz con sus personajes a aquellos que no la tienen en la sociedad. Este es el caso del campesino que siempre va a estar presente en su obra, caracterizado por ser una persona que comparte toda la latinoamericanidad y con el cual crea un mundo mágico y a la vez crudo por lo realista, en el que la oscuridad del alma humana y los conflictos psicológicos se hacen evidentes.
Como lo destaca el conferencista, la elipsis es una omisión, no solo en la obra sino en la vida del escritor, que con tan solo dos obras publicadas, “El llano en llamas” y “Pedro Páramo”, logró su lugar entre los grandes de la escritura hispanoamericana. Así, se puede pensar que ser experto en la obra de Rulfo es fácil, en comparación con autores que publicaron treinta obras; pero desentrañar lo que hay en cada uno de sus cuentos y en su novela es un trabajo arduo.
La elipsis en la obra de Rulfo dificulta su lectura, ya que crea vacíos que el lector debe completar y no todos están dispuestos o logran hacerlo. Pero quienes aceptan el juego propuesto por el autor, se relacionan de manera íntima con la narración desde sus propias pasiones.
En la vida de Rulfo, esas omisiones se hacen presentes en su lugar de nacimiento, en la ausencia de sus padres, en su nombre, del cual omite el Nepomuceno Carlos Pérez y el Vizcaíno; en su producción literaria, pues destruye su primera novela y deja sin publicar otras dos; y en su actividad como escritor, de la que se retira luego de haber alcanzado el éxito literario.
Posteriormente, el expositor se refiere a la autobiografía armada de Juan Rulfo, escrita por Reina Roffé, de la cual toma apartes para revelarnos el carácter sombrío y a la vez con un gran sentido del humor de este escritor: “Por lo sombrío que soy, creo que nací a la medianoche (…) A mi padre no lo mató un peón, no tenía peones (…) El escritor no quiere comunicarse, sino que quiere explicarse a el mismo”, son algunas de las frases célebres del literato, que a su vez le permitieron crear personajes inolvidables, sin la pretensión de un lenguaje adornado, pero con la intención que en sus diálogos reflejaran el habla cotidiana, para recrear lo feo, lo cruel, lo prohibido y todo aquello que se omite, que se esconde, que se pasa por alto, que no es protagonista en los medios, y que en última instancia parece reclamar en las voces de los personajes que viven sus miserias desde la miseria, la que es tal vez la mayor de las omisiones presentes en los países de Latinoamérica: la presencia del Estado.
