Diez meses pueden parecer un periodo corto si se los mira desde la perspectiva del espacio físico que sus aproximados trescientos días ocupan en las casillas del calendario, pero también son el tiempo suficiente para dejar una impronta memorable en la historia de las instituciones y en la memoria de las personas que hacen las instituciones.
Entre junio de 2013 y abril de 2014, la Tadeo aprendió a respetar, admirar y apreciar a Fernando Toledo, que llegó como Director de la HJUT, pero tuvo, además, la generosidad y el entusiasmo necesarios para asumir la cátedra, fungir de consejero consultor en temas de música, arte y publicidad (que fue su oficio durante buena parte de su vida) e integrarse a los comités Curatorial y de Comunicaciones orientados por la Rectoría.
Durante estos diez meses Toledo puso su experiencia, su saber, su buen criterio y sus excelentes relaciones con el mundo de la cultura al servicio de un proyecto de Universidad Formativa que se pregunta por las relaciones posibles entre arte y ciencia y que le entrega a Bogotá una oferta cultural de amplio reconocimiento desde sus escenarios académicos, el Museo de Artes Visuales, la Sala Alterna y el auditorio Fabio Lozano. Su palabra y su consejo influyeron de manera positiva y afortunada en la gestión de estos escenarios.
Y se preocupó, también, en el transcurso de estos dos semestres, por transmitir su saber a la juventud, con lúcida conciencia de que ella es la razón de ser primera y final del quehacer universitario, a través de su cátedra magistral de apreciación musical a la que asistían cada semana alrededor de 300 estudiantes.
Fernando Toledo llegó a la Tadeo para quedarse en el agradecimiento y el buen recuerdo de quienes compartieron su trabajo, su sensibilidad y su conocimiento.
JUAN CAMILO JARAMILLO