Los jueces no son dueños de la última palabra
Para muchos, la justicia en nuestro país se ha convertido en un baluarte que garantiza los derechos de las minorías; para otros, es un organismo corrupto que defiende los intereses de ciertos grupos y persigue políticamente a otros. En cualquiera de los casos, hay un elemento común: nadie tiene claro cómo opera la justicia y cómo se toman las decisiones… y es algo que sucede en toda Latinoamérica.
Por esta y otras razones, el profesor ecuatoriano y doctor en jurisprudencia, Paul Córdova Vinueza, afirma que se debe repensar la justicia. Una idea que plantea en su más reciente libro “¿Tienen los jueces la última palabra?”, que fue comentado por Edgar Fuentes, profesor del Departamento de Ciencias Jurídicas de Utadeo y Milena Jaramillo, profesora de la Universidad de Antioquia, el pasado 3 de agosto.
En la propuesta de Córdova, los jueces no deben ser un elemento ajeno a los ciudadanos. La justicia necesita salir de la visión de mundo exclusiva de unos pocos, dejar de ser un monólogo que se repite en las cortes y juzgados, y acercarse a todos, construirse con las voces de todos.
A este nuevo movimiento recibe dos nombres: 1) justicia dialógica, porque parte del dialogo entre diferentes sectores. 2) constitucionalismo de los ciudadanos, porque implica recoger las visiones e intereses de las personas de a pie para entender cómo aplicar la justicia.
De acuerdo a Córdova, este movimiento hace una crítica a la visión jurídica proveniente de Europa y pretende construir la justicia desde Latinoamérica. No significa que los ciudadanos construyan las leyes. Por el contrario, parte de reconocer que históricamente la justicia ha sido el resultado de luchas de poder y ha representado los intereses de los grupos políticos y económicos dominantes.
Así, más que darles la última palabra en las decisiones judiciales a los jueces, se propone construir una visión conjunta entre todos los actores, una que decidirá el futuro de la justicia en nuestros países.
